domingo, 13 de abril de 2025

ROMPIENDO LAS CADENAS DEL TRAUMA: ESTRATEGIAS PARA UNA SALUD EMOCIONAL RENOVADA.

 Introducción.

El trauma es una experiencia que afecta profundamente la vida de millones de personas en todo el mundo. A diferencia de lo que muchos creen, el trauma no se limita a eventos catastróficos como guerras o desastres naturales, sino que puede surgir de experiencias cotidianas que hieren nuestra psique y alteran nuestro equilibrio emocional.

Como explica el Dr. Gabor Maté, reconocido médico y autor: "Trauma es una palabra griega que significa herida. Literalmente eso es lo que significa. Así que cuando entiendes eso, entonces te das cuenta de que... el trauma no es lo que te ocurre. El trauma es lo que ocurre dentro de ti como resultado de lo que te ha ocurrido". Esta definición nos invita a entender el trauma no solo como el evento en sí, sino como la herida emocional que queda en nuestro interior.

En nuestra sociedad moderna, donde prevalecen la desconexión, el individualismo y un ritmo de vida acelerado, el trauma se ha convertido en una epidemia silenciosa. Según diversos estudios, aproximadamente el 70% de los adultos experimentará al menos un evento traumático en su vida, y muchos de ellos sufrirán efectos duraderos que impactarán su salud física y mental. El trauma no atendido puede transmitirse incluso a través de generaciones, creando ciclos de sufrimiento que afectan a familias y comunidades enteras.

Este artículo explora en profundidad la naturaleza del trauma, sus mecanismos neurobiológicos, su impacto en nuestra salud física y emocional, y las diferentes formas en que podemos abordarlo y sanarlo, incorporando las valiosas perspectivas del Dr. Gabor Maté y otros especialistas en la materia.

¿Qué es el trauma emocional?

Definición y comprensión integral

El trauma emocional representa una herida psicológica que se produce cuando experimentamos situaciones que sobrepasan nuestra capacidad de afrontamiento y procesamiento emocional. La palabra trauma deriva del griego y significa herida. Una definición más precisa es que un trauma es una herida duradera que puede ser provocada por variadas situaciones.

El trauma es la fuerza invisible que moldea nuestras vidas. Da forma a la manera como vivimos, la manera como amamos y la manera como le damos sentido al mundo. Es la raíz de nuestras heridas más profundas. Esta descripción del documental "La sabiduría del trauma" nos ayuda a comprender cómo el trauma, aunque invisible, puede influir en todos los aspectos de nuestra vida.

Es importante comprender que lo que determina si una experiencia se convierte en traumática no es necesariamente la magnitud objetiva del evento, sino cómo la persona lo experimenta y si cuenta con recursos internos y externos para procesarlo adecuadamente. Una situación aparentemente menor para un adulto con recursos emocionales bien desarrollados podría ser profundamente traumática para un niño que carece de las herramientas para comprender y procesar lo ocurrido.

Neurobiología del trauma

Desde una perspectiva neurobiológica, el trauma altera fundamentalmente el funcionamiento del cerebro y el sistema nervioso. Cuando experimentamos una amenaza, nuestro cerebro activa la respuesta de "lucha, huida o congelación", mediada principalmente por el sistema límbico (especialmente la amígdala) y el tronco cerebral.

En condiciones normales, esta respuesta se desactiva una vez que el peligro ha pasado. Sin embargo, en experiencias traumáticas, este sistema de alarma puede quedar permanentemente sensibilizado, creando un estado de hipervigilancia crónica. El cerebro queda atrapado en un estado de alerta constante, como si el peligro fuera inminente incluso en situaciones seguras.

Además, el trauma afecta al hipocampo, estructura cerebral crucial para la formación de memorias contextuales. Esto explica por qué los recuerdos traumáticos son a menudo fragmentados, carecen de contexto temporal claro y se experimentan como si estuvieran ocurriendo en el presente (flashbacks). La corteza prefrontal, responsable de la regulación emocional y la toma de decisiones racionales, también puede ver comprometida su funcionalidad, dificultando el procesamiento cognitivo del evento traumático.

A nivel hormonal, el trauma crónico puede alterar el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA), responsable de regular nuestra respuesta al estrés. Esto puede resultar en niveles crónicamente elevados de cortisol (la hormona del estrés) o, paradójicamente, en niveles anormalmente bajos debido al agotamiento del sistema, contribuyendo a problemas como fatiga crónica, disfunciones inmunológicas y diversas afecciones físicas.

Tipos de trauma

Los traumas pueden originarse de diversas fuentes:

1. Traumas de evento único (Trauma Simple)

Son aquellos causados por un incidente específico y delimitado en el tiempo. Ejemplos incluyen:

  • Accidentes de tráfico

  • Desastres naturales (terremotos, inundaciones, incendios)

  • Agresiones físicas o sexuales puntuales

  • Diagnóstico de enfermedad grave o intervención médica traumática

  • Muerte inesperada de un ser querido

Estos traumas, aunque profundamente perturbadores, suelen ser más fáciles de procesar que los traumas complejos porque tienen un inicio y un final claros, y generalmente ocurren en un contexto donde la persona tenía previamente una sensación de seguridad.

2. Trauma Complejo o del Desarrollo

Este tipo de trauma resulta de experiencias adversas repetidas o prolongadas, especialmente durante períodos críticos del desarrollo infantil. Los traumas complejos típicamente:

  • Ocurren dentro de un contexto relacional (familia, cuidadores)

  • Involucran abandono, negligencia o abuso sostenido

  • Suceden en etapas donde el cerebro y el sistema nervioso están en desarrollo

  • Carecen de reconocimiento o validación externa

  • Incluyen "microtraumas" acumulativos que individualmente pueden parecer insignificantes

El trauma complejo es particularmente insidioso porque afecta la formación de la identidad, la capacidad de regulación emocional y las habilidades relacionales fundamentales. Como señala el Dr. Maté: "Puedes herir al niño simplemente por no cogerle cuando está llorando y necesita tu atención y no se la das". Esta observación nos muestra que incluso los actos de omisión pueden generar traumas significativos.

Algunos ejemplos de trauma complejo incluyen:

  • Abuso emocional, físico o sexual sostenido

  • Negligencia emocional o física crónica

  • Exposición prolongada a violencia doméstica

  • Crianza inconsistente o invalidación emocional sistemática

  • Separación prolongada de los cuidadores principales

  • Bullying persistente

3. Trauma Intergeneracional o Histórico

Este tipo de trauma se transmite a través de generaciones en familias o comunidades, incluso sin que los eventos traumáticos sean experimentados directamente por las generaciones posteriores. Las investigaciones en epigenética han demostrado que las experiencias traumáticas pueden influir en la expresión genética, afectando a las generaciones futuras.

El trauma intergeneracional puede manifestarse como:

  • Patrones familiares de comportamiento disfuncional

  • Enfermedades físicas y mentales que siguen patrones familiares

  • Transmisión inconsciente de creencias limitantes y mecanismos de defensa

  • Dificultades para establecer vínculos seguros

  • Sensibilidad especial ante ciertos desencadenantes

4. Trauma Colectivo y Societal

Este tipo de trauma afecta a grupos enteros de personas y puede derivarse de:

  • Guerras y conflictos armados

  • Genocidio y limpieza étnica

  • Opresión sistémica y discriminación

  • Colonización y desplazamiento forzado

  • Desastres naturales que afectan a comunidades enteras

  • Pandemias y crisis sanitarias globales

El trauma colectivo puede crear narrativas compartidas de sufrimiento que moldean la identidad cultural y las respuestas sociales, influyendo en políticas, instituciones y prácticas culturales durante generaciones.

El impacto del trauma en la salud física y emocional

Efectos en el cerebro y el cuerpo

El trauma no solo afecta nuestra mente sino también nuestro cuerpo. "Debido a la forma como los traumas afectan el cuerpo, pueden llevar a migrañas, al síndrome del intestino irritable e incluso problemas en la espalda", según indica la Dra. Marianne Trent en un artículo de BBC News Mundo.

Los estudios neurobiológicos han demostrado que el trauma puede alterar el funcionamiento de estructuras cerebrales clave:

  1. Sistema Límbico y Amígdala: El trauma hipersensibiliza la amígdala, nuestro centro de detección de amenazas, lo que conduce a respuestas exageradas ante estímulos incluso remotamente asociados con el trauma original.

  2. Hipocampo: Esta estructura, crucial para la formación de memorias contextualizadas, puede reducir su volumen tras trauma prolongado, afectando la capacidad para distinguir entre pasado y presente, y comprometiendo la formación de nuevas memorias positivas.

  3. Corteza Prefrontal: Responsable de la regulación emocional y el razonamiento complejo, puede ver disminuida su capacidad para modular las respuestas emocionales intensas generadas por el sistema límbico.

  4. Eje Hipotalámico-Pituitario-Adrenal (HPA): El trauma crónico altera este sistema de respuesta al estrés, conduciendo a desequilibrios hormonales que afectan múltiples sistemas corporales.

El trauma deja al cerebro en alerta elevada, "incluso si la amenaza ya no existe", y algunas personas pueden percibir peligro donde no hay. Esto explica por qué muchas personas con trauma viven en un estado constante de hipervigilancia y ansiedad.

Manifestaciones a nivel de sistemas corporales

La investigación en medicina psicosomática ha identificado múltiples vías a través de las cuales el trauma afecta sistemas corporales específicos:

  1. Sistema Inmunológico: El estrés crónico asociado al trauma puede suprimir la función inmunológica, aumentando la susceptibilidad a infecciones y enfermedades autoinmunes. Estudios han encontrado correlaciones significativas entre historias de trauma infantil y enfermedades como lupus, artritis reumatoide y enfermedad de Crohn.

  2. Sistema Cardiovascular: El trauma se asocia con mayor riesgo de hipertensión, enfermedad coronaria y accidentes cerebrovasculares. La liberación constante de adrenalina y cortisol en respuesta al estrés crónico puede dañar las paredes arteriales y promover la inflamación.

  3. Sistema Digestivo: El eje cerebro-intestino es particularmente sensible al estrés, lo que explica la alta prevalencia de síndrome del intestino irritable, enfermedad inflamatoria intestinal y otros trastornos digestivos en personas con historias de trauma.

  4. Sistema Endocrino: El trauma puede alterar la producción hormonal, afectando el metabolismo, la función tiroidea, la fertilidad y los ciclos de sueño-vigilia. Esto contribuye a condiciones como diabetes, obesidad y síndrome metabólico.

  5. Sistema Musculoesquelético: La tensión muscular crónica relacionada con la hipervigilancia puede manifestarse como dolor crónico, fibromialgia y otros síndromes de dolor musculoesquelético.

Gabor Maté, en su libro "El mito de la normalidad", argumenta que nuestro bienestar emocional y nuestra conectividad social están íntimamente entrelazados con la salud y la enfermedad. En "Cuando el cuerpo dice no", Maté presenta numerosos casos clínicos que ilustran cómo el estrés emocional crónico y el trauma pueden manifestarse como enfermedades físicas graves, desde esclerosis múltiple hasta cáncer.

Esta perspectiva integral nos permite entender cómo el trauma puede ser un factor subyacente en muchas enfermedades crónicas que la medicina convencional tiende a tratar exclusivamente desde una perspectiva biomédica, sin considerar las raíces emocionales y psicológicas.

Manifestaciones emocionales y comportamentales

El trauma puede manifestarse a través de diversos síntomas emocionales y cambios comportamentales:

Emociones y estados afectivos alterados

Las emociones como la ira, el miedo y la tristeza pueden volverse más recurrentes después de un trauma debido a la huella profunda que deja en nosotros:

  • Enfado/rabia: El enfado es autoprotector ya que nos sirve para poner límites a una persona o una situación que no nos gusta o nos está hiriendo. La rabia puede volverse crónica después de un trauma, al haber vivido una amenaza extrema que no se ha podido frenar. Esto dificulta las relaciones interpersonales e incluso la estabilidad laboral.

  • Ansiedad/miedo/terror: El miedo alerta de un potencial peligro y el terror sería la forma más extrema del miedo. Esta emoción está particularmente relacionada con el trauma, creando respuestas exageradas ante estímulos que recuerdan remotamente al evento traumático.

  • Tristeza/desesperanza: La experiencia traumática puede provocar una profunda sensación de pérdida y desesperanza, distorsionando la visión del futuro y conduciendo a estados depresivos persistentes.

  • Vergüenza: A diferencia de la culpa (que se enfoca en el comportamiento: "hice algo malo"), la vergüenza ataca la identidad misma ("soy malo/defectuoso"). El trauma, especialmente el relacional, puede generar una vergüenza tóxica que socava la autoestima y fomenta el aislamiento.

  • Entumecimiento emocional: Como mecanismo de protección, muchas personas traumatizadas desarrollan una desconexión de sus emociones, experimentando un entumecimiento afectivo que, si bien protege del dolor, también bloquea la capacidad de experimentar emociones positivas y establecer conexiones significativas.

Cambios comportamentales

El trauma puede manifestarse en patrones de comportamiento que representan intentos (a menudo inconscientes) de manejar el dolor emocional o prevenir futuras heridas:

  • Evitación: Eludir situaciones, personas o lugares que recuerden el trauma. Esta estrategia, aunque comprensible, restringe la vida y refuerza el miedo.

  • Hipervigilancia: Estado constante de alerta, dificultad para relajarse, escaneo constante del entorno en busca de amenazas.

  • Conductas de riesgo: Algunas personas traumatizadas buscan sensaciones intensas a través de comportamientos temerarios, como una forma de sentirse vivas o controlar el entumecimiento emocional.

  • Adicciones: Como explica el Dr. Maté, las adicciones son a menudo intentos de automedicación para aliviar el dolor emocional del trauma. "La adicción es el uso de cualquier comportamiento o sustancia para aliviar el dolor en el corto plazo, que lleva a consecuencias negativas en el largo plazo."

  • Relaciones disfuncionales: Patrones repetitivos de relaciones abusivas o inestables, dificultad para establecer límites saludables, miedo al abandono o al compromiso.

  • Autolesiones: Para algunas personas, el dolor físico puede servir como distracción del sufrimiento emocional o como forma de sentir algo cuando predomina el entumecimiento.

Indicadores clínicos y diagnósticos

Algunos indicadores comunes de trauma incluyen:

  • Insomnio y pesadillas recurrentes: Es probable que la persona recuerde durante la noche el episodio traumático, pudiendo recordar detalles aislados o revivir nuevamente toda la experiencia.

  • Irritabilidad y cambios de humor: Mayor sensibilidad ante cualquier circunstancia, fundamentalmente ante aquellas que se parecen a la situación que ha provocado el trauma emocional.

  • Flashbacks y recuerdos intrusivos: Reviviscencias súbitas del evento traumático con gran intensidad sensorial y emocional, como si estuviera ocurriendo en el presente.

  • Dificultades de concentración: Problemas para re-encontrar el ritmo cotidiano, confusión y dificultad para concentrarse.

  • Sensación de culpa y vergüenza: A veces las víctimas sienten una profunda sensación de vergüenza pues creen que el suceso traumático ha sido culpa suya, o podrían estar muy enfadadas y culpar a los demás por lo ocurrido.

  • Aislamiento social: Retraimiento de amigos y familiares, dificultad para confiar en los demás.

  • Disociación: Sensación de desconexión de uno mismo o del entorno, como si se estuviera observando desde fuera.

  • Somatizaciones: Manifestación de síntomas físicos sin causa orgánica identificable, como dolores crónicos, problemas digestivos o fatiga persistente.

Trauma y desarrollo infantil

El trauma durante la infancia tiene efectos particularmente profundos debido a que ocurre durante períodos críticos del desarrollo cerebral. Como señala el Dr. Maté, "un trauma surge tanto porque has sufrido recientemente un miedo de gran intensidad (terror) o porque te has sentido incapaz de manejar un peligro real o potencial. La importancia de sufrir traumas durante la infancia y adolescencia como cualquier tipo de abuso (físico, emocional y/o sexual), violencia doméstica, suicidio de un ser querido, etc. es que pueden conducir a trastornos mentales y físicos crónicos y afectar a los sobrevivientes el resto de sus vidas."

Las experiencias adversas en la infancia (ACEs, por sus siglas en inglés) han sido extensamente estudiadas, y la investigación muestra una correlación directa entre el número de ACEs y el riesgo de desarrollar problemas de salud física y mental en la edad adulta.

El trauma infantil puede afectar:

  1. Desarrollo cerebral: Alteraciones en las estructuras cerebrales y en las conexiones neuronales, especialmente en áreas relacionadas con la regulación emocional y el procesamiento del estrés.

  2. Apego y capacidad relacional: Dificultades para formar vínculos seguros y satisfactorios, patrones de apego ansioso, evitativo o desorganizado.

  3. Regulación emocional: Problemas para identificar, expresar y modular emociones.

  4. Sentido de identidad: Distorsiones en la percepción de uno mismo, autoconcepto negativo, autoestima frágil.

  5. Sistemas de creencias: Desarrollo de creencias negativas sobre uno mismo ("no soy digno de amor"), los demás ("no se puede confiar en nadie") y el mundo ("el mundo es un lugar peligroso").

  6. Desarrollo cognitivo: Dificultades en funciones ejecutivas como planificación, organización, control de impulsos y memoria de trabajo.

La buena noticia es que, gracias a la neuroplasticidad cerebral, muchos de estos efectos pueden mitigarse o revertirse con intervenciones adecuadas, especialmente cuando se implementan tempranamente.

La visión del Dr. Gabor Maté sobre el trauma

El Dr. Gabor Maté ha revolucionado nuestra comprensión del trauma con su enfoque integral y compasivo. A través de sus libros y conferencias, ha destacado la conexión entre el trauma, las adicciones y las enfermedades físicas.

Trayectoria y contribuciones

Gabor Maté nació en 1944 en Budapest, Hungría, en el seno de una familia judía que vivió los horrores del Holocausto. Sus propias experiencias tempranas de separación y pérdida (su abuelos fueron asesinados en Auschwitz cuando él tenía apenas cinco meses, y su madre lo dejó al cuidado de un extraño durante cinco semanas para salvarlo) informaron profundamente su comprensión del trauma y su impacto en el desarrollo humano.

Tras emigrar a Canadá en 1956, Maté se formó como médico y desarrolló una carrera que lo llevó a trabajar en cuidados paliativos y con personas que sufrían adicciones severas en el Downtown Eastside de Vancouver, considerado en su momento el epicentro de adicción a drogas de Canadá. Esta experiencia clínica, combinada con su estudio de la neurociencia, la psicología del desarrollo y la medicina psicosomática, le permitió formular sus teorías innovadoras sobre las conexiones entre trauma, adicción y enfermedad.

Sus libros más influyentes incluyen:

  • "Mentes dispersas" (sobre el trastorno por déficit de atención)

  • "En el reino de los fantasmas hambrientos" (sobre adicciones)

  • "Cuando el cuerpo dice no" (sobre la conexión entre estrés emocional y enfermedad física)

  • "El mito de la normalidad" (su obra más reciente, escrita con su hijo Daniel Maté)

El mito de la normalidad

En su libro "El mito de la normalidad", escrito junto a su hijo Daniel Maté, argumenta que "en esta sociedad, la mayoría de nosotros, debido a la naturaleza de nuestra cultura, a la forma en que criamos a los niños, a la forma en que tenemos que relacionarnos entre nosotros, los valores mismos de la sociedad son traumatizantes para muchas personas. Así que es falso decir que algunas personas son normales y otras son anormales".

Esta perspectiva nos invita a replantearnos lo que consideramos "normal" y a reconocer que muchos aspectos de nuestra sociedad moderna pueden ser inherentemente traumatizantes:

  1. Desconexión de la naturaleza: Nos hemos alejado de nuestros ritmos naturales y conexión con el entorno.

  2. Individualismo extremo: La valoración excesiva de la independencia sobre la interdependencia socava nuestras necesidades fundamentales de conexión y pertenencia.

  3. Materialismo y consumismo: La equiparación del éxito con las posesiones materiales y el estatus social distorsiona nuestras prioridades.

  4. Ritmo acelerado de vida: La constante presión hacia la productividad y la eficiencia ignora nuestra necesidad de descanso y reflexión.

  5. Desintegración familiar y comunitaria: La pérdida de estructuras de apoyo tradicionales deja a muchos individuos aislados en momentos de vulnerabilidad.

  6. Desconexión del cuerpo: La separación cultural entre mente y cuerpo nos aleja de señales corporales importantes.

  7. Medicalización de condiciones normales: La tendencia a patologizar respuestas normales a situaciones anormales.

El Dr. Maté señala que "a pesar de toda su experiencia y sofisticación tecnológica, la medicina occidental a menudo no concibe a la persona en su totalidad, e ignora como la cultura actual estresa el cuerpo, sobrecarga su sistema inmunológico y socava su equilibrio emocional".

La conexión entre trauma y adicción

Otra de las grandes contribuciones del Dr. Maté ha sido su trabajo sobre la relación entre trauma y adicciones. El Dr. Maté define la adicción como "el uso de cualquier comportamiento o sustancia para aliviar el dolor en el corto plazo, que lleva a consecuencias negativas en el largo plazo".

Desde esta perspectiva, sin abordar la causa raíz del dolor, una persona puede intentar detenerse pero terminará anhelando más alivio y será propensa a recaer. Esta visión compasiva nos ayuda a entender las adicciones no como fallas morales, sino como intentos de automedicación frente al dolor emocional causado por traumas no resueltos.

Maté argumenta que las adicciones proporcionan temporalmente lo que el trauma ha negado:

  1. Alivio del dolor emocional: Las sustancias o comportamientos adictivos ofrecen un escape temporal del sufrimiento psicológico.

  2. Sensación de control: En contraste con la impotencia experimentada durante el trauma, la adicción puede dar una ilusión de control.

  3. Conexión sustituta: Para personas que han experimentado abandono o negligencia, la adicción puede funcionar como un "amigo" constante.

  4. Regulación emocional: Las adicciones pueden servir para modular emociones abrumadoras cuando faltan mecanismos internos de regulación.

El enfoque del Dr. Maté nos invita a preguntar no "¿Por qué la adicción?" sino "¿Por qué el dolor?", redirigiendo nuestra atención de los síntomas a las causas subyacentes.

La sabiduría del trauma

En el documental "La sabiduría del trauma", el Dr. Maté propone una visión de una sociedad informada respecto al trauma, donde padres, maestros, médicos y otros profesionales, en lugar de dedicarse a arreglar comportamientos, hacer diagnósticos o suprimir síntomas, busquen entender de dónde provienen los comportamientos perturbadores y las enfermedades que habitan las heridas del alma humana.

Esta perspectiva reconoce que los comportamientos problemáticos, lejos de ser arbitrarios o simplemente "malos", representan adaptaciones a circunstancias difíciles. Como dice Maté, "No hay personas anormales, solo respuestas normales a experiencias anormales".

Para Maté, la "sabiduría del trauma" reside en comprender que:

  1. Los síntomas tienen sentido: Los comportamientos y síntomas "problemáticos" representan intentos de sobrevivir y adaptarse a circunstancias difíciles.

  2. El cuerpo guarda la memoria: El trauma se almacena no solo en la mente sino también en el cuerpo, y la sanación debe abarcar ambas dimensiones.

  3. La conexión es esencial para la sanación: Así como las heridas relacionales causan trauma, las relaciones sanadora son fundamentales para la recuperación.

  4. La autocompasión es transformadora: Reemplazar la vergüenza y la autocrítica con una actitud de comprensión y compasión hacia uno mismo.

Este enfoque nos invita a ver el trauma no solo como una herida, sino también como una oportunidad para el crecimiento y la transformación personal.

Trauma y crianza consciente

El Dr. Maté dedica especial atención a cómo los patrones de trauma pueden transmitirse a través de las prácticas de crianza, y cómo este ciclo puede interrumpirse con una parentalidad más consciente y conectada.

Destaca varios principios clave para crear un entorno que promueva la seguridad emocional y el desarrollo saludable:

  1. Sintonía emocional: Estar atento y responder a las necesidades emocionales del niño, validando sus experiencias.

  2. Presencia: Ofrecer atención plena y no dividida, creando momentos de conexión genuina.

  3. Incondicionalidad: Separar el amor de las expectativas de comportamiento o rendimiento.

  4. Autenticidad: Ser genuino en la expresión emocional, modelando una relación saludable con las emociones.

  5. Autorregulación adulta: Trabajar en nuestras propias heridas para no transmitirlas involuntariamente.

  6. Límites saludables: Establecer límites claros y consistentes desde una postura de respeto, no de control.

Maté enfatiza que ser un "padre perfecto" no es el objetivo ni es posible. Lo importante es mantener una actitud de apertura, aprendizaje y reparación cuando inevitablemente cometemos errores.

El trauma y el cuerpo: una perspectiva somática

Las investigaciones modernas sobre el trauma han descubierto que este no solo afecta nuestra mente y emociones, sino que se almacena físicamente en nuestro cuerpo. Esta comprensión ha llevado al desarrollo de enfoques somáticos (centrados en el cuerpo) para la sanación del trauma.

El trauma almacenado en el cuerpo

Bessel van der Kolk, autor de "El cuerpo lleva la cuenta", y Peter Levine, creador de la Somatic Experiencing, han sido pioneros en documentar cómo el trauma queda "atrapado" en el cuerpo cuando las respuestas naturales de supervivencia (lucha, huida o congelación) no pueden completarse.

Cuando nos encontramos en una situación abrumadora y no podemos escapar o defendernos eficazmente, nuestro sistema nervioso puede entrar en un estado de "congelación" o inmovilidad tónica. La energía movilizada para responder a la amenaza queda sin descargar, creando patrones de tensión física crónica, hipersensibilidad del sistema nervioso y desregulación fisiológica.

Estos patrones pueden persistir años o décadas después del evento traumático, manifestándose como:

  • Tensión muscular crónica en áreas específicas

  • Postura protectora habitual

  • Restricciones en la respiración

  • Dificultad para sentir ciertas partes del cuerpo

  • Hipersensibilidad a estímulos sensoriales

  • Problemas digestivos crónicos

  • Alteraciones en la función inmune

  • Fatiga crónica e inexplicable

  • Trastornos del sueño persistentes

Ventana de tolerancia

Dan Siegel, psiquiatra y experto en neurobiología interpersonal, introdujo el concepto de "ventana de tolerancia" para describir el rango óptimo de activación en el cual podemos funcionar eficazmente y procesar experiencias.

En personas con trauma, esta ventana suele ser más estrecha. Pequeños estresores pueden provocar estados de hiperactivación (ansiedad, pánico, rabia) o hipoactivación (desconexión, entumecimiento, "apagado"). Ambos estados dificultan el procesamiento e integración de experiencias.

Las terapias somáticas buscan ampliar esta ventana de tolerancia, permitiendo que la persona permanezca presente y conectada incluso cuando enfrenta recuerdos o situaciones difíciles.

Enfoque somático en la sanación del trauma

Los enfoques somáticos para la sanación del trauma incluyen:

  1. Somatic Experiencing (SE): Desarrollada por Peter Levine, esta terapia ayuda a completar respuestas incompletas de supervivencia, liberando la energía atrapada en el cuerpo.

  2. Terapia Sensoriomotriz: Creada por Pat Ogden, integra intervenciones somáticas con procesamiento cognitivo y emocional.

  3. Trabajos de respiración consciente: Técnicas que regulan el sistema nervioso a través de patrones respiratorios específicos.

  4. Yoga sensible al trauma: Adaptaciones del yoga que promueven la conexión mente-cuerpo en un entorno seguro.

  5. TRE (Trauma Releasing Exercises): Ejercicios que inducen temblores neurogénicos para liberar tensión muscular profunda.

  6. Método Hakomi: Una forma de psicoterapia asistida por atención plena que trabaja con el cuerpo.

  7. Feldenkrais y otras prácticas de movimiento consciente: Enfoques que incrementan la conciencia corporal y promueven patrones de movimiento más integrados.

Estos enfoques comparten principios comunes:

  • Fomentan la conciencia corporal

  • Trabajan dentro de la ventana de tolerancia

  • Facilitan la descarga gradual y segura de energía atrapada

  • Restablecen la sensación de seguridad en el cuerpo

  • Promueven la autorregulación del sistema nervioso

  • Integran experiencias a nivel sensorial, emocional y cognitivo

La incorporación de la dimensión corporal en el tratamiento del trauma representa un avance crucial en el campo, complementando los enfoques centrados en la narrativa y la cognición con una atención explícita a cómo el trauma vive en nuestros tejidos, músculos y patrones de movimiento.

Terapias efectivas para el tratamiento del trauma

Afortunadamente, existen diversas terapias efectivas para abordar el trauma. Cada una ofrece un enfoque distinto, permitiendo a las personas encontrar el camino de sanación que mejor se adapte a sus necesidades.

EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares)

La terapia EMDR es considerada el tratamiento de primera elección para el trauma. Desarrollada por la Dra. Francine Shapiro en los años 80, cuenta con gran evidencia científica y está avalada por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Americana de Psicología.

Fundamentos teóricos y mecanismos

EMDR se basa en la idea de que los recuerdos traumáticos quedan almacenados de manera disfuncional en el cerebro, aislados de otras redes de memoria y sin conexión con información adaptativa. La estimulación bilateral (visual, auditiva o táctil) parece facilitar el procesamiento de estos recuerdos, permitiendo que se integren de manera adaptativa.

Aunque el mecanismo exacto no se conoce completamente, las hipótesis incluyen:

  • Similitud con los movimientos oculares durante el sueño REM, fase en la que se procesa información

  • Demanda de atención dual que facilita el acceso a redes neuronales alternativas

  • Activación alternada de hemisferios cerebrales que promueve nuevas conexiones neurales

Proceso terapéutico

El tratamiento EMDR sigue un protocolo estructurado de ocho fases:

  1. Historia y planificación: Evaluación inicial y establecimiento de objetivos terapéuticos.

  2. Preparación: Desarrollo de recursos de estabilización y técnicas de autorregulación.

  3. Evaluación: Identificación de componentes clave del recuerdo traumático: imagen representativa, cognición negativa, cognición positiva deseada, emociones y sensaciones físicas asociadas.

  4. Desensibilización: Aplicación de estimulación bilateral mientras se mantiene atención dual en el recuerdo traumático.

  5. Instalación: Fortalecimiento de la cognición positiva asociada al recuerdo.

  6. Escaneo corporal: Identificación y procesamiento de sensaciones físicas residuales.

  7. Cierre: Estabilización al final de cada sesión.

  8. Reevaluación: Seguimiento de los resultados en sesiones posteriores.

Lo que la terapia EMDR hace es tratar los recuerdos desconcertantes y los desencadenantes actuales, y preparar a la persona para sobrellevar de manera eficaz situaciones similares en el futuro. A través de la estimulación bilateral, esta terapia ayuda a procesar los recuerdos traumáticos e integrarlos de forma saludable.

Durante el tratamiento con EMDR, el paciente logra acceder a información adaptativa relacionada con el trauma, puede establecer nuevas conexiones con esos recuerdos angustiantes y transformarlos, pasando de ser memorias vívidas y perturbadoras a recuerdos normales sin carga emocional negativa.

Terapia Cognitivo-Conductual enfocada en el trauma (TCC-T)

La TCC-T es uno de los enfoques con mayor respaldo empírico para el tratamiento del trauma. Combina elementos de la terapia cognitiva (trabajo con pensamientos y creencias) y la terapia conductual (modificación de comportamientos).

Fundamentos y componentes principales

La terapia cognitivo-conductual para el trauma se basa en dos técnicas principales:

  1. Exposición: Confrontación gradual y sistemática con los recuerdos, pensamientos, situaciones o estímulos relacionados con el trauma. Puede ser:

    • Exposición imaginaria: Narración detallada y repetida del evento traumático.

    • Exposición in vivo: Confrontación gradual con situaciones o estímulos evitados.

    • Exposición por escritura: Redacción detallada de la experiencia traumática.

  2. Reestructuración cognitiva: Identificación y modificación de pensamientos y creencias disfuncionales derivadas del trauma, como "el mundo es completamente peligroso", "es mi culpa", "nunca volveré a estar bien".

Variantes especializadas

Existen variantes específicas de TCC para el trauma con evidencia de eficacia:

  • Terapia de Procesamiento Cognitivo (TPC): Desarrollada por Patricia Resick, se centra particularmente en las cogniciones relacionadas con el trauma y cómo estas afectan las emociones y comportamientos.

  • Terapia Cognitiva para el TEPT: Enfoque desarrollado por Anke Ehlers y David Clark que aborda específicamente las percepciones distorsionadas sobre el peligro y las estrategias cognitivas y conductuales que mantienen el trastorno.

  • Terapia de Exposición Narrativa: Particularmente útil para traumas múltiples o prolongados, combina la exposición con la creación de una narrativa coherente de vida.

Terapia Sensoriomotriz

La Terapia Sensoriomotriz, desarrollada por Pat Ogden, representa un enfoque innovador que integra la neurociencia, la teoría del apego y técnicas somáticas para abordar cómo el trauma afecta tanto al cuerpo como a la mente.

Principios fundamentales

Esta terapia se basa en la conexión entre el cuerpo y la mente, reconociendo que el trauma se almacena no solo en los recuerdos, sino también en el cuerpo:

  • Procesamiento ascendente: A diferencia de las terapias tradicionales que comienzan con la cognición (procesamiento descendente), la Terapia Sensoriomotriz comienza con sensaciones corporales y movimientos (procesamiento ascendente).

  • Ventana de tolerancia: Trabaja dentro del rango de activación en el que el cliente puede procesar experiencias sin verse abrumado o desconectado.

  • Mindfulness somático: Utiliza la atención plena dirigida a sensaciones corporales para desacelerar reacciones automáticas y crear espacio para nuevas respuestas.

Proceso terapéutico

Las intervenciones somáticas incluyen:

  • Trabajo con postura y movimiento para desbloquear patrones defensivos congelados

  • Rastreo de sensaciones corporales para aumentar la conciencia interoceptiva

  • Experimentación con recursos somáticos (gestos de establecimiento de límites, posiciones de dignidad, etc.)

  • Completar acciones defensivas que quedaron incompletas durante el trauma

  • Restauración de la secuencia de movimientos interrumpida por la respuesta de congelación

Esta terapia es particularmente útil para tratar la disociación, un síntoma común en el trauma complejo, ya que trabaja directamente con la reconexión con el cuerpo.

Terapia Dialéctica Conductual (TDC)

Desarrollada originalmente por Marsha Linehan para el trastorno límite de la personalidad, la TDC ha demostrado ser eficaz para personas con traumas complejos, especialmente aquellos con dificultades significativas en la regulación emocional y comportamientos autodestructivos.

Componentes principales

La TDC incluye cuatro módulos de habilidades:

  1. Mindfulness: Aprender a observar y describir experiencias sin juzgarlas, cultivando una conciencia del momento presente.

  2. Tolerancia al malestar: Desarrollar la capacidad de soportar estados emocionales difíciles sin recurrir a comportamientos destructivos.

  3. Regulación emocional: Identificar, nombrar y modular emociones intensas, reduciendo la vulnerabilidad emocional.

  4. Efectividad interpersonal: Mejorar las habilidades de comunicación, establecimiento de límites y mantenimiento de relaciones saludables.

La TDC también incorpora la aceptación radical y la validación como herramientas cruciales, ayudando a los pacientes a reconciliarse con experiencias dolorosas mientras trabajan hacia el cambio.

Terapia basada en el Apego

La Terapia Basada en el Apego es crucial en el tratamiento del trauma complejo, ya que muchas heridas traumáticas están relacionadas con relaciones tempranas:

Fundamentos teóricos

Basada en la teoría del apego de John Bowlby y las investigaciones de Mary Ainsworth, esta terapia reconoce que nuestras primeras relaciones de apego crean modelos operativos internos que influyen en todas nuestras relaciones posteriores.

El trauma, especialmente el que ocurre en relaciones tempranas, puede distorsionar estos modelos, llevando a patrones de apego inseguro:

  • Apego ansioso: Preocupación excesiva por el abandono y la disponibilidad de los demás

  • Apego evitativo: Dificultad para confiar y depender de otros, preferencia por la autosuficiencia

  • Apego desorganizado: Comportamientos contradictorios de aproximación y evitación, común en casos de trauma severo

Proceso terapéutico

La terapia basada en el apego incluye:

  • Exploración de patrones de apego: Esta terapia ayuda a los pacientes a entender y reestructurar los patrones de apego que se formaron a partir de experiencias traumáticas.

  • Reparación de relaciones: Trabajamos para promover relaciones más saludables y seguras, integrando una perspectiva de trauma y apego.

  • Desarrollo de la seguridad interna: Cultivo de un sentido interno de seguridad y valía.

  • Re-elaboración narrativa: Reconstrucción de narrativas personales para incluir tanto experiencias difíciles como recursos y resiliencia.

Esta terapia es especialmente valiosa para personas cuyo trauma ocurrió en el contexto de relaciones cercanas, permitiéndoles reparar la capacidad de formar vínculos seguros.

Terapia Centrada en la Compasión (CFT)

Desarrollada por Paul Gilbert, la CFT fue diseñada específicamente para personas con altos niveles de vergüenza y autocrítica, elementos comunes en sobrevivientes de trauma:

Principios fundamentales

La CFT se basa en la neurociencia de tres sistemas emocionales principales:

  1. Sistema de amenaza: Detección de peligro y activación de respuestas defensivas (lucha/huida/congelación)

  2. Sistema de búsqueda: Motivación, entusiasmo y búsqueda de recursos

  3. Sistema de calma y conexión: Seguridad, contentamiento y vinculación social

El trauma puede sobreactivar el sistema de amenaza y subdesarrollar el sistema de calma. La CFT busca equilibrar estos sistemas, fortaleciendo particularmente la capacidad de autocompasión.

Proceso terapéutico

Las intervenciones incluyen:

  • Reducción de la autocrítica: La CFT ayuda a reducir la autocrítica y los sentimientos de vergüenza que son comunes en personas con trauma complejo.

  • Desarrollo de la compasión: Enseña a los pacientes a desarrollar una actitud más compasiva hacia sí mismos a través de prácticas específicas como imaginería compasiva, respiración reconfortante y diálogo interno amable.

  • Mejora del bienestar emocional: A través de ejercicios prácticos, los pacientes mejoran su capacidad para manejar el estrés y sus emociones.

La CFT es particularmente valiosa para personas que han internalizado mensajes de vergüenza o falta de valía como resultado del trauma.

Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

La ACT, desarrollada por Steven Hayes, se centra en la aceptación de pensamientos y sentimientos difíciles mientras se avanza hacia una vida alineada con los valores personales:

Fundamentos teóricos

ACT se basa en la Teoría de los Marcos Relacionales, que explora cómo el lenguaje y la cognición pueden contribuir al sufrimiento humano. En lugar de intentar eliminar pensamientos o emociones difíciles (lo que puede reforzar la evitación experiencial), ACT promueve una relación diferente con estas experiencias.

Componentes principales

ACT trabaja con seis procesos centrales:

  1. Aceptación: Desarrollar la capacidad de experimentar el pensamiento y la sensación asociados al trauma sin evitarlos, para avanzar hacia nuestros valores.

  2. Defusión cognitiva (Defusion): Desarrollar la capacidad de observar el pensamiento y el sentimiento creando una distancia de ellos, reconociéndolos como procesos mentales, no como verdades absolutas.

  3. Contacto con el momento presente: Atención plena a la experiencia inmediata.

  4. El yo como contexto: Desarrollar la capacidad de toma consciencia de ser algo más que los pensamientos y experiencias emocionales que se están sintiendo, cultivando un sentido de identidad más amplio que trasciende el trauma.

  5. Valores: Identificar lo que es verdaderamente importante para la persona, más allá de evitar el malestar.

  6. Acción comprometida: Desarrollar una competencia en la actuación guiada por los valores del paciente, incluso en presencia de dificultades.

Este enfoque reconoce que "el núcleo del tratamiento del trauma desde esta terapia es una exposición flexible y autocompasiva guiada por los valores del paciente."

Integración de enfoques terapéuticos

En la práctica clínica contemporánea, muchos terapeutas adoptan enfoques integrativos, combinando elementos de diversas modalidades según las necesidades específicas del cliente. Esta flexibilidad es especialmente importante en el tratamiento del trauma, donde diferentes aspectos de la experiencia (cognitivos, emocionales, somáticos, relacionales) pueden requerir diferentes estrategias.

Un tratamiento integral del trauma generalmente incluye tres fases:

  1. Estabilización: Desarrollar recursos de afrontamiento, regulación emocional y seguridad antes de abordar directamente el material traumático.

  2. Procesamiento del trauma: Trabajar con los recuerdos traumáticos utilizando métodos apropiados (EMDR, exposición, procesamiento somático, etc.).

  3. Integración: Consolidar los avances, reconectar con aspectos de la vida previamente evitados, y construir una narrativa coherente que integre la experiencia traumática en una historia de vida más amplia.

Lo más importante es que la aproximación terapéutica se adapte al individuo, respetando su ritmo, preferencias y necesidades únicas.

Hacia una sociedad informada sobre el trauma

El trabajo del Dr. Gabor Maté y otros especialistas nos invita a crear una sociedad más consciente del impacto del trauma. El movimiento hacia una "atención informada por el trauma" ha ganado impulso en los últimos años, reconociendo que comprender el trauma es fundamental no solo para el tratamiento individual, sino también para transformar nuestras instituciones y sistemas sociales.

Principios de una sociedad informada sobre el trauma

Algunas de las características de una sociedad informada sobre el trauma incluyen:

  1. Reconocimiento generalizado: Reconocer la prevalencia del trauma entre todos nosotros y su impacto en la salud, el comportamiento y las relaciones.

  2. Autoconciencia: Aprender a notar y sentir los síntomas del trauma en nosotros mismos, reconociendo que cuando tenemos una reacción emocional desproporcionada, se está posiblemente activando una herida vieja.

  3. Conciencia relacional: Entender las huellas del trauma en la manera como nos comportamos y sus repercusiones en las relaciones que establecemos.

  4. Compasión activa: Reconocer el dolor en los demás y entender cómo ese dolor pudiera estar controlando su comportamiento, viendo a la persona verdadera que habita debajo del comportamiento y el trauma.

  5. Priorización de la seguridad: Sostener que la conexión y la compasión son los cimientos de la seguridad, y que la experiencia de seguridad es el comienzo de la sanación.

Transformación de sistemas e instituciones

Para crear una sociedad verdaderamente informada sobre el trauma, necesitamos transformar nuestros sistemas e instituciones:

Sistema educativo

Las escuelas informadas sobre el trauma implementan:

  • Prácticas disciplinarias restaurativas en lugar de punitivas

  • Capacitación para educadores sobre reconocimiento y respuesta al trauma

  • Incorporación de habilidades socioemocionales en el currículo

  • Creación de ambientes seguros y predecibles

  • Colaboración con familias y servicios comunitarios

Sistema de salud

Un sistema de salud informado sobre el trauma:

  • Reconoce la conexión entre trauma y enfermedad física

  • Incorpora evaluaciones de experiencias adversas en la infancia

  • Forma a profesionales de la salud en enfoques centrados en la persona

  • Evita la retraumatización en procedimientos médicos

  • Integra salud mental y física en un enfoque holístico

Sistema de justicia

La justicia informada sobre el trauma:

  • Reconoce que muchos comportamientos delictivos tienen raíces traumáticas

  • Implementa prácticas restaurativas cuando es apropiado

  • Proporciona intervenciones terapéuticas en lugar de exclusivamente punitivas

  • Evita prácticas que pueden retraumatizar (como el aislamiento)

  • Ofrece programas de rehabilitación que abordan el trauma subyacente

Servicios sociales

Los servicios sociales informados sobre el trauma:

  • Capacitan al personal para reconocer y responder al trauma

  • Diseñan servicios que minimicen retraumatización

  • Brindan apoyo holístico a familias

  • Reconocen la interseccionalidad del trauma con otros factores sociales

  • Implementan evaluaciones y planes centrados en fortalezas

Políticas públicas

Las políticas informadas sobre el trauma incluyen:

  • Programas de apoyo para padres y familias

  • Acceso universal a atención en salud mental

  • Inversión en prevención temprana

  • Abordar determinantes sociales de la salud

  • Reducción de violencia comunitaria e interpersonal

Este cambio de perspectiva nos permite abordar los problemas sociales desde un lugar de mayor comprensión y compasión, reconociendo que detrás de muchos comportamientos problemáticos hay heridas emocionales que necesitan ser atendidas.

Resiliencia y crecimiento postraumático

Si bien el trauma puede tener efectos devastadores, la investigación también muestra que los seres humanos tenemos una notable capacidad para la resiliencia y, en algunos casos, para experimentar lo que se conoce como "crecimiento postraumático" – cambios positivos que ocurren como resultado de la lucha con circunstancias altamente desafiantes.

Factores que promueven la resiliencia

La resiliencia no es simplemente una característica innata, sino una capacidad que puede desarrollarse. Los factores que contribuyen a la resiliencia incluyen:

  1. Conexiones sociales sólidas: Relaciones de apoyo dentro y fuera de la familia.

  2. Capacidad para manejar emociones intensas: Habilidades de regulación emocional y tolerancia al malestar.

  3. Capacidad para hacer sentido de la experiencia: Encontrar significado o propósito, incluso en situaciones difíciles.

  4. Autoeficacia: Confianza en la propia capacidad para resolver problemas.

  5. Sistemas de creencias adaptativos: Perspectivas que promueven la esperanza y el optimismo realista.

  6. Flexibilidad cognitiva y conductual: Capacidad para adaptarse a circunstancias cambiantes.

  7. Autocuidado activo: Atención a necesidades físicas, emocionales y espirituales.

Crecimiento postraumático

El crecimiento postraumático va más allá de la recuperación, representando transformaciones positivas que surgen de la lucha con la adversidad. Las áreas comunes de crecimiento incluyen:

  1. Mayor apreciación de la vida: Valoración más profunda de aspectos simples de la vida y prioridades más claras.

  2. Relaciones más significativas: Mayor conexión, intimidad y compasión en las relaciones interpersonales.

  3. Descubrimiento de nuevas posibilidades: Nuevos intereses, actividades o trayectorias vitales.

  4. Desarrollo de fortaleza personal: Mayor sentido de capacidad para afrontar dificultades.

  5. Crecimiento espiritual o existencial: Profundización de la comprensión del sentido y propósito de la vida.

El crecimiento postraumático no niega el sufrimiento; de hecho, a menudo coexiste con él. Representa la capacidad humana para transformar experiencias dolorosas en fuentes de sabiduría y compasión.

Conclusión

El trauma, como hemos visto, no es simplemente un evento aislado, sino una herida emocional que puede afectar profundamente nuestra salud física y mental. Sin embargo, con el enfoque adecuado y el apoyo necesario, es posible sanar estas heridas y transformar el sufrimiento en fortaleza y resiliencia.

Las perspectivas del Dr. Gabor Maté nos ofrecen una visión integral del trauma que reconoce la interconexión entre nuestra salud emocional, nuestras relaciones y nuestro bienestar físico. Su definición del trauma como "lo que ocurre dentro de ti como resultado de lo que te ha ocurrido" nos invita a mirar más allá de los eventos externos y atender las heridas internas que necesitan sanación.

Comprender el trauma desde una perspectiva biopsicosocial nos permite apreciar cómo las experiencias difíciles afectan a la persona en su totalidad: su cuerpo, su mente, sus relaciones y su sentido de identidad y propósito. Los avances en neurociencia, psicología del trauma y medicina psicosomática han confirmado lo que muchas tradiciones de sabiduría han sostenido durante siglos: que mente y cuerpo son aspectos inseparables de nuestra experiencia, y que la sanación verdadera debe abordar ambas dimensiones.

Afortunadamente, contamos con un creciente arsenal de enfoques terapéuticos efectivos, desde EMDR hasta terapias somáticas, que pueden ayudar a procesar e integrar experiencias traumáticas. No existe un enfoque único que funcione para todos, pero la diversidad de opciones disponibles significa que cada persona puede encontrar el camino que mejor se adapte a sus necesidades y circunstancias particulares.

A nivel colectivo, avanzar hacia una sociedad informada sobre el trauma representa una oportunidad para transformar no solo la atención individual, sino también nuestras instituciones y sistemas sociales. Al reconocer cómo el trauma moldea el comportamiento y las experiencias humanas, podemos responder con mayor compasión y eficacia a problemas sociales que, en su raíz, a menudo reflejan adaptaciones a experiencias traumáticas.

Como sociedad, tenemos la oportunidad de evolucionar hacia un mayor entendimiento del trauma y sus efectos, creando espacios más seguros y compasivos donde todos podamos sanar y florecer. Esta evolución no requiere recursos extraordinarios, sino principalmente un cambio de perspectiva: de preguntar "¿Qué está mal contigo?" a preguntar "¿Qué te ha pasado?", y de la patologización a la comprensión contextual del sufrimiento humano.

En última instancia, el trabajo con el trauma nos invita a reconocer nuestra humanidad compartida, nuestra vulnerabilidad común y nuestra capacidad colectiva para la sanación y el crecimiento. Como sugiere el título del documental sobre el trabajo del Dr. Maté, hay una profunda "sabiduría del trauma" – no en el sufrimiento mismo, sino en lo que podemos aprender y cómo podemos transformarnos al enfrentarlo con conciencia, compasión y comunidad.

Referencias

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  2. Maté, G. (2019). En el reino de los fantasmas hambrientos: Encuentros cercanos con la adicción.Link del libro: https://amzn.to/4jtNZiv

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