Introducción
El experimento del malvavisco, desarrollado por Walter Mischel en la Universidad de Stanford a finales de los años 60, se ha convertido en uno de los estudios más emblemáticos en el campo de la psicología del desarrollo. Este famoso experimento explora la relación entre el autocontrol, la paciencia y la regulación emocional, y su posible asociación con el éxito en la vida. En su diseño original, se ofrecía a niños de preescolar la opción de comer un malvavisco inmediatamente o esperar aproximadamente 15 minutos para recibir dos. Este simple escenario ha proporcionado una valiosa ventana para estudiar el desarrollo de la capacidad de gratificación retardada en los seres humanos y sus posibles implicaciones para el desarrollo emocional y cognitivo.
Este artículo revisará los fundamentos del experimento original, examinará hallazgos recientes que han ampliado o cuestionado sus conclusiones iniciales, y explorará las implicaciones de estos descubrimientos para nuestra comprensión del desarrollo emocional humano.
El Experimento Original: Metodología y Hallazgos
El experimento del malvavisco fue parte de una serie de estudios sobre gratificación retardada conducidos por Walter Mischel entre finales de los años 60 y principios de los 70. Los participantes eran niños de entre 3 y 5 años de la guardería Bing de la Universidad de Stanford a quienes se les presentaba una golosina (generalmente un malvavisco, aunque también se utilizaron galletas o pretzels) con una simple instrucción: podían comer la golosina inmediatamente o esperar hasta que el investigador regresara (aproximadamente 15 minutos) para recibir dos golosinas en lugar de una.
Los investigadores observaban desde fuera y documentaban el comportamiento de los niños. Algunos niños comían el malvavisco casi inmediatamente, mientras que otros intentaban resistir la tentación empleando diversas estrategias: evitaban mirar la golosina, la tocaban o la olían, se distraían, etc. Al final del periodo de espera, solo aproximadamente un tercio de los niños logró resistir la tentación completa para obtener la recompensa adicional.
Entre las conclusiones iniciales del estudio se observó que la edad era un factor determinante en la capacidad de gratificación retardada, con los niños menores de 5 años mostrando mayor dificultad para esperar. Las diferencias por género fueron mínimas, con las niñas mostrando una capacidad ligeramente superior para demorar la recompensa.
Seguimiento Longitudinal y Primeras Correlaciones
Lo que realmente dio notoriedad al experimento fueron los estudios de seguimiento que Mischel y su equipo realizaron años después con los mismos participantes. Al hacer seguimiento longitudinal, los investigadores encontraron correlaciones sorprendentes: los niños que habían podido esperar para obtener dos malvaviscos mostraron mejores resultados académicos, mayor autoestima, mejores capacidades sociales, menor tendencia a la obesidad y menor propensión a conductas agresivas o a mostrar reacciones exageradas ante el rechazo social. Mientras tanto, quienes no resistieron la tentación tendían a presentar tasas más altas de obesidad, menor rendimiento académico y umbrales de frustración más bajos.
Estos hallazgos sugirieron que la capacidad de autocontrol medida a tan temprana edad podría ser un predictor de éxito futuro en diversos ámbitos de la vida, desde lo académico hasta lo social, lo emocional y lo profesional. El equipo de investigación interpretó estos resultados como evidencia de que la habilidad para diferir la gratificación y ejercer autocontrol podría ser una capacidad fundamental para el desarrollo humano óptimo.
Nuevas Perspectivas: Replanteamiento del Experimento
En años recientes, diversos estudios han reexaminado las conclusiones del experimento del malvavisco, aportando nuevas perspectivas que enriquecen nuestra comprensión de los factores que influyen en el autocontrol infantil y su relación con el desarrollo emocional.
El Estudio de Watts, Duncan y Quan (2018)
En 2018, un equipo liderado por Tyler Watts, Greg Duncan y Haonan Quan realizó una importante réplica conceptual del experimento original. A diferencia del estudio de Mischel, que utilizó una muestra relativamente pequeña y homogénea de aproximadamente 90 niños de una misma institución educativa, esta nueva investigación amplió considerablemente el alcance, incluyendo a unos 900 niños seleccionados de forma representativa para obtener resultados más generalizables.
Un hallazgo clave de esta réplica fue que "la capacidad predictiva de la prueba de malvavisco desaparece con los controles. Es decir, si considera el estado socioeconómico de los niños, las características de los padres y un conjunto de medidas de desarrollo cognitivo y conductual, la prueba de malvavisco no proporciona más información sobre ese logro futuro". En otras palabras, cuando se tienen en cuenta factores contextuales como el estatus socioeconómico, las correlaciones originalmente atribuidas al autocontrol individual se debilitan significativamente.
Este estudio cuestionó algunas de las conclusiones originales, aunque aún encontró que "la capacidad de un niño para esperar su malvavisco predijo su futuro rendimiento académico", pero sugirió que esta relación podría estar mediada por otros factores que no fueron considerados en el estudio original.
La Influencia del Contexto Social y la Confianza
Investigaciones recientes han demostrado que "el contexto social en el que se desenvuelven las personas tiene una profunda influencia sobre cómo estas toman decisiones" relacionadas con el autocontrol. Uno de los factores contextuales más relevantes es la confianza interpersonal.
Un aspecto particularmente interesante es que "experimentar situaciones de escasez, inestabilidad ambiental y la percepción de vivir en condiciones de estatus socioeconómico bajo, tienen implicaciones directas en las habilidades cognitivas y regulatorias" que influyen en la capacidad de autocontrol. Esto sugiere que lo que anteriormente se consideraba una capacidad puramente individual podría estar profundamente influenciada por experiencias sociales previas.
De acuerdo con este enfoque, "cuando un niño o niña decide no esperar por el segundo dulce después de recibir un engaño de su contraparte, en lugar de juzgar su acto como irracional, más bien se debería considerar el contexto emocional que produce la desconfianza inducida". Es decir, la decisión de no esperar podría ser una respuesta adaptativa y racional a un entorno percibido como poco confiable.
Sistemas Cognitivos Hot y Cool
Una perspectiva teórica importante propuesta por Mischel y sus colegas para explicar los mecanismos del autocontrol distingue entre dos sistemas en el cerebro: el "Hot System" (o ¡vamos!) y el "Cool System" (reflexión). El Hot System es "emocional, simple, irreflexivo, rápido y centrado en la amígdala. Se desarrolla temprano en el niño y se incrementa con el estrés". Por otro lado, el Cool System es "más cognitivo que emocional, complejo, reflexivo, lento y centrado en los lóbulos frontales y el hipocampo. Se desarrolla más tarde en el niño y se debilita por el estrés".
Esta distinción ayuda a entender cómo los niños pueden desarrollar estrategias para resistir la tentación. Por ejemplo, "en el caso de la nube de azúcar, en vez de pensar en ella como algo delicioso y masticable, podríamos imaginarla como una cosa redonda y blanca como una bola de algodón, no como algo comestible". Una niña del experimento "logró retrasar la tentación al fingir que estaba mirando un cuadro de un malvavisco, poniéndole un marco alrededor de la nube en su cabeza". Estas estrategias de "enfriamiento" del deseo representan el desarrollo de capacidades metacognitivas importantes para la regulación emocional.
Implicaciones para el Desarrollo Emocional
Las nuevas perspectivas sobre el experimento del malvavisco tienen importantes implicaciones para nuestra comprensión del desarrollo emocional humano:
1. Contexto y Regulación Emocional
Los estudios recientes sugieren que "el autocontrol no puede considerarse una capacidad independiente del entorno, pues está influido por las circunstancias que envuelven a las personas, siendo la confianza interpersonal un aspecto relevante de esta interacción persona-entorno". Esto implica que el desarrollo de la regulación emocional no ocurre en el vacío, sino que está profundamente influenciado por experiencias sociales y contextuales.
Las experiencias tempranas de confiabilidad o inconsistencia en el entorno social pueden moldear fundamentalmente cómo los niños aprenden a regular sus emociones y gestionar sus impulsos. Un entorno seguro y predecible puede facilitar el desarrollo de habilidades de autorregulación más sólidas.
2. Socioeconomía y Desarrollo Emocional
El estudio de Watts y colaboradores destacó la importancia del "ingreso económico del hogar del niño, que podía llegar a influir en su capacidad de postergar la gratificación del malvavisco y su éxito en el seguimiento posterior". Esto refleja cómo las condiciones socioeconómicas pueden influir profundamente en el desarrollo emocional de los niños.
Como señalan estudios posteriores, "el nivel socioeconómico (SES) de un niño es un indicador más sólido del éxito a largo plazo" que su capacidad para retrasar la gratificación en la prueba del malvavisco. Esto sugiere que factores como el acceso a recursos educativos, atención médica, nutrición adecuada y un entorno familiar estable pueden tener un impacto más significativo en el desarrollo emocional que las diferencias individuales en autocontrol.
3. Estrategias Adaptativas y Flexibilidad Cognitiva
Las nuevas interpretaciones del experimento del malvavisco revelan que lo que parecía ser simplemente "falta de autocontrol" podría ser en realidad una respuesta adaptativa a circunstancias específicas. Esto destaca la importancia de la flexibilidad cognitiva y emocional como componentes clave del desarrollo emocional saludable.
La capacidad de evaluar situaciones y adaptar las respuestas emocionales según el contexto representa una forma sofisticada de inteligencia emocional. Esto implica no solo poder retrasar la gratificación cuando es apropiado, sino también saber cuándo es adaptativo buscar recompensas inmediatas, especialmente en entornos inestables o poco confiables.
4. Intervenciones para el Desarrollo Emocional
Un hallazgo esperanzador de los estudios recientes es que "la capacidad de demora" y el autocontrol no son rasgos fijos, sino que pueden entrenarse y desarrollarse. Mischel mismo creía que estas habilidades pueden mejorarse si entendemos cómo funciona nuestra mente.
Esto abre la puerta a intervenciones específicas dirigidas a mejorar el desarrollo emocional de los niños. Por ejemplo, estrategias como "intentar que los niños decidan desde la calma", "enseñarles a controlar los impulsos" y "ayudarles a reconocer su estado emocional" pueden ser herramientas valiosas para fomentar el desarrollo emocional saludable.
Conclusiones
El experimento del malvavisco y sus posteriores reinterpretaciones han enriquecido significativamente nuestra comprensión del desarrollo emocional humano. Lo que comenzó como un estudio sobre la gratificación retardada individual ha evolucionado hacia una exploración más matizada de cómo factores contextuales, sociales y económicos moldean nuestra capacidad para regular emociones e impulsos.
Las nuevas perspectivas no descartan la importancia del autocontrol como componente del desarrollo emocional, pero lo sitúan dentro de un marco más amplio que reconoce la influencia crucial del entorno. Esta visión más holística ofrece orientaciones más eficaces para promover el desarrollo emocional saludable en diversos contextos.
Futuras investigaciones deberían seguir explorando la interacción entre factores individuales y contextuales en el desarrollo del autocontrol, así como identificar intervenciones efectivas que puedan mejorar las habilidades de regulación emocional teniendo en cuenta las circunstancias específicas de cada niño.
Referencias
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NeuroClass. (2024). La prueba del malvavisco: Walter Mischel y el autocontrol. https://neuro-class.com/la-prueba-del-malvavisco-walter-mischel-y-el-autocontrol/
Watts, T. W., Duncan, G. J., & Quan, H. (2018). Revisiting the marshmallow test: A conceptual replication investigating links between early delay of gratification and later outcomes. Psychological Science, 29(7), 1159-1177. https://doi.org/10.1177/0956797618761661
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