Introducción.
La investigación sobre las diferencias neurobiológicas entre cerebros masculinos y femeninos ha sido objeto de estudio durante más de un siglo, generando tanto avances científicos como controversias. Desde el siglo XIX, cuando el científico Samuel George Morton vertía semillas y plomo en cráneos humanos para medir sus volúmenes, hasta los sofisticados estudios con neuroimagen y análisis genómicos actuales, la curiosidad científica por entender las particularidades del cerebro masculino ha sido constante.
Este artículo presenta una revisión profunda y actualizada de los hallazgos más recientes sobre el cerebro masculino, sus características distintivas y las implicaciones de estas investigaciones para nuestra comprensión de la neurociencia, la psicología y la medicina con enfoque de género. Analizaremos la evidencia empírica disponible, las metodologías empleadas en su estudio, las interpretaciones actuales de los datos y el contexto histórico y filosófico en el que se desarrolla este campo de investigación.
Evolución histórica del estudio del cerebro masculino.
La historia del estudio del cerebro masculino refleja tanto los avances científicos como los prejuicios sociales de cada época. En 1854, Emil Huschke descubrió una diferencia de tamaño en el lóbulo frontal: el masculino es un 1% más grande que el femenino. A lo largo del siglo XIX, aumentaron significativamente los estudios sobre dimorfismos sexuales en el cerebro, a menudo con interpretaciones que reflejaban los sesgos de género de la época.
Hasta hace unas pocas décadas, los científicos conocían varios dimorfismos sexuales estructurales del cerebro, pero no pensaban que ser hombre o mujer influyera de ninguna manera sobre la forma en que el cerebro humano realiza las tareas del día a día. Los recientes estudios moleculares, sobre animales y mediante neuro imágenes han sacado a la luz una gran cantidad de información sobre lo que distingue a los cerebros masculinos de los femeninos, mostrando hasta qué punto difieren en cuanto a estructura y función, aunque siempre dentro de un contexto de gran variabilidad individual.
Características estructurales del cerebro masculino.
Volumen cerebral y composición: Más allá de las diferencias de tamaño.
Una de las diferencias más consistentes y replicadas en la investigación neurobiológica es que el cerebro masculino presenta, en promedio, un volumen total mayor que el femenino. Los estudios metaanalíticos más recientes indican que esta diferencia oscila entre un 8% y un 13%, siendo aproximadamente un 11% mayor en varones. Esta diferencia de volumen se mantiene incluso después de controlar por la altura y el peso corporal, aunque se reduce considerablemente.
Es fundamental destacar que esta diferencia de tamaño no implica ninguna ventaja cognitiva o de inteligencia. En pruebas de coeficiente intelectual, los hombres y las mujeres obtienen más o menos las mismas calificaciones. Este hecho es consistente con lo que observamos en el reino animal, donde existen cerebros de mayor tamaño con menor complejidad funcional, lo que demuestra que el tamaño cerebral por sí solo no es un indicador válido de capacidad cognitiva.
La diferencia volumétrica tiene implicaciones para la organización interna del cerebro masculino. Los estudios de neuroimagen han revelado que los cerebros masculinos presentan una mayor proporción de materia blanca/gris y más conectividad intrahemisférica versus interhemisférica. De manera más específica, algunos estudios neurológicos han demostrado que, en general, los hombres tienen 6,5 veces más cantidades de materia gris que las mujeres, mientras que el sexo femenino presenta una densidad de materia blanca 10 veces superior a la de los hombres.
Esta distribución diferencial de la materia gris y blanca podría tener implicaciones funcionales. De forma simplificada, podríamos decir que la materia gris representa el procesamiento de información, mientras que la blanca permite la transmisión y comunicación entre los centros de procesamiento de dicha información. Por tanto, esta diferencia estructural podría relacionarse con patrones diferentes de procesamiento neuronal.
Lateralización cerebral: Especialización hemisférica.
Los cerebros masculinos suelen tener más desarrollado el hemisferio izquierdo, mientras que los femeninos tienden a desarrollar más el hemisferio derecho. Al mismo tiempo, los cerebros masculinos tienden a tener más acusadas las diferencias entre los dos hemisferios, lo que se conoce como lateralización cerebral.
Esta mayor lateralización en el cerebro masculino ha sido documentada mediante diversas técnicas de neuroimagen, incluyendo resonancia magnética funcional (fMRI), tomografía por emisión de positrones (PET) y electroencefalografía (EEG). Los estudios han mostrado que durante tareas de procesamiento del lenguaje, los hombres tienden a activar predominantemente regiones del hemisferio izquierdo, mientras que las mujeres muestran patrones de activación más bilaterales.
Esta característica de lateralización podría explicar el hecho de que exista una mayor proporción de zurdos en la población masculina, aunque esta hipótesis aún no ha podido ser constatada definitivamente mediante estudios longitudinales. La predominancia de la lateralización también podría estar relacionada con ciertas diferencias observadas en habilidades específicas, como la capacidad visoespacial o determinados aspectos del procesamiento lingüístico.
Estructuras subcorticales específicas.
Además de las diferencias globales en volumen y organización, algunas estructuras subcorticales específicas también presentan dimorfismos sexuales. Las áreas del hipotálamo aparecen especialmente implicadas en los dimorfismos sexuales. Esta región cerebral, crucial para la regulación hormonal y los comportamientos reproductivos, contiene núcleos que son sensibles a hormonas sexuales y que presentan diferencias morfológicas entre hombres y mujeres.
Se han intentado registrar variaciones entre el tamaño de otras estructuras como la amígdala y el hipocampo entre hombres y mujeres. Algunos estudios mostraron que la amígdala de los varones era un 10% mayor. Sin embargo, estos resultados se han demostrado equívocos a un nivel práctico, pues si se factoriza el mayor volumen cerebral general en el género masculino a la hora de calcular las proporciones, esta diferencia significativa desaparece en muchos estudios. Esto ilustra la importancia de considerar el tamaño cerebral relativo en lugar de las medidas absolutas al evaluar diferencias estructurales entre sexos.
Desarrollo del cerebro masculino: La danza de las hormonas y los genes.
Influencia hormonal prenatal: La programación temprana.
El desarrollo del cerebro masculino representa uno de los campos más fascinantes de la neurociencia del desarrollo. Este proceso está fuertemente influenciado por factores hormonales desde etapas muy tempranas, en lo que constituye un ejemplo notable de interacción entre genética y epigenética.
Las investigaciones han revelado un hecho sorprendente: desde el momento de la fecundación hasta aproximadamente las 8 semanas de vida, todos los circuitos cerebrales son femeninos, tanto en los embriones varones como en los embriones hembra. Este "estado predeterminado femenino" del cerebro embrionario constituye el lienzo sobre el cual actuarán posteriormente las hormonas sexuales para inducir diferenciación.
A partir de la octava semana de embarazo, en los fetos masculinos, los testículos (ya diferenciados por la acción del gen SRY en el cromosoma Y) comienzan a producir testosterona, que se libera hacia el cerebro y transforma esos circuitos femeninos en circuitos masculinos. Este proceso representa un fenómeno de "masculinización activa" del cerebro, en contraste con el desarrollo femenino que continúa por la vía predeterminada.
Un estudio de 1959 demostró por primera vez que una inyección de testosterona en un roedor gestante hacía que su descendencia femenina mostrara comportamientos sexuales masculinos cuando se convertían en adultos. Los autores infirieron que la testosterona prenatal (normalmente secretada por los testículos fetales) "organiza" permanentemente el cerebro. Muchas investigaciones posteriores han confirmado que este principio es esencialmente correcto, aunque demasiado simplificado.
En los varones, durante esta etapa crítica se registra un enorme aflujo de testosterona producida por los testículos que convierte el cerebro unisex en masculino, modificando la arquitectura de ciertos circuitos neuronales. Este proceso incluye la muerte de algunas células en los centros de comunicación y el crecimiento de otras más en los centros sexuales y de agresión.
Al nacer, el cerebro masculino durante los 6 primeros meses de vida experimenta otro pico de producción de testosterona, liberando cantidades sorprendentes de esta hormona, lo que continúa moldeando su desarrollo. Este fenómeno, conocido como "minipubertad", representa una segunda ventana crítica para la organización cerebral masculina.
Estudios experimentales sobre la influencia hormonal.
Algunos investigadores como Simon Baron-Cohen de la Universidad de Cambridge han realizado importantes contribuciones a este campo. Sus investigaciones sugieren que la exposición a diferentes niveles de hormonas en el vientre puede influenciar significativamente el cerebro y el comportamiento posterior.
Un aspecto metodológicamente innovador de las investigaciones de Baron-Cohen fue la medición de los niveles de testosterona en el fluido amniótico de madres embarazadas, correlacionando estos datos con el desarrollo posterior de los niños. Sus estudios encontraron fascinantes vínculos entre los índices de testosterona prenatal y el desarrollo social posterior: "Cuanto más alta fue la testosterona prenatal de los niños, más lentos fueron para desarrollarse socialmente". Estos hallazgos proporcionan evidencia de que las hormonas prenatales pueden influir en aspectos del desarrollo cognitivo y social.
Un desafío metodológico importante en este campo es que los investigadores no pueden alterar éticamente los niveles hormonales prenatales en humanos, por lo que se basan en "experimentos accidentales" en los que los niveles hormonales prenatales o las respuestas a ellos eran inusuales, como en las personas intersexuales. Sin embargo, en estos estudios los efectos hormonales y ambientales están inevitablemente entrelazados, lo que complica la interpretación de los resultados.
Maduración cerebral: Cronogramas diferenciales.
Para entender las diferencias cerebrales por sexo es esencial comprender el concepto de temporalidad, dado que los cerebros masculino y femenino maduran a velocidades diferentes y siguiendo cronogramas distintos. Un hallazgo consistente en la literatura científica es que la maduración es más precoz en el cerebro femenino, produciéndose de 1 a 3 años antes que en el cerebro masculino, concretamente en las áreas del lóbulo frontal, parietal y temporal.
Este desarrollo diferencial tiene implicaciones significativas para la comprensión de ciertas diferencias cognitivas y comportamentales observadas durante la infancia y la adolescencia. Por ejemplo, la maduración más tardía de la corteza prefrontal en los varones podría relacionarse con diferencias en el control de impulsos, la planificación y la toma de decisiones durante la adolescencia.
Los estudios longitudinales con neuroimagen han permitido mapear estos patrones diferenciales de maduración cerebral. Estas investigaciones han revelado que el cerebro masculino sigue una trayectoria de desarrollo diferente, no solo en términos de cronología sino también en la secuencia en que maduran diferentes regiones cerebrales. Esta programación diferencial del desarrollo podría constituir un factor importante en la comprensión de la mayor prevalencia de ciertos trastornos del neurodesarrollo, como el autismo, en la población masculina.
Bases genéticas y epigenéticas del desarrollo cerebral masculino.
Más allá de los efectos hormonales, la investigación reciente ha comenzado a desentrañar las bases genéticas y epigenéticas del desarrollo cerebral masculino. Un estudio publicado en la revista Genome Research examinó los cambios en la forma en que los genes se regulan durante el desarrollo del cerebro humano, encontrando diferencias significativas entre los cerebros masculinos y femeninos en la metilación del ADN (una modificación química del código genético que afecta la expresión génica).
Los investigadores midieron los patrones genómicos de la metilación del ADN en cerca de 200 muestras de cerebros en desarrollo, abarcando desde 23 hasta 184 días después de la concepción, y encontraron cambios significativos en más de un 7% de los 400.000 sitios genómicos evaluados. Estos hallazgos sugieren que los mecanismos epigenéticos, como la metilación del ADN, podrían desempeñar un papel crucial en el establecimiento de diferencias sexuales en el cerebro durante el desarrollo fetal.
Esta línea de investigación representa un campo prometedor para la comprensión de los trastornos del neurodesarrollo con prevalencia diferencial entre sexos, como el autismo, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la esquizofrenia. Como señala Helen Spiers, investigadora principal en este campo: "Comprender las diferencias sexuales en el desarrollo del cerebro pueden ayudarnos a entender los orígenes de estas variaciones en la susceptibilidad a enfermedades neurológicas".
Patrones de conectividad cerebral: La arquitectura de las redes neuronales masculinas.
Avances en el estudio de la conectividad cerebral.
Las investigaciones más recientes utilizando tecnologías avanzadas de neuroimagen han revolucionado nuestra comprensión de la organización funcional del cerebro humano. Estas técnicas, que incluyen la resonancia magnética funcional (fMRI), la tractografía por tensor de difusión (DTI), la magnetoencefalografía (MEG) y técnicas de análisis de redes complejas, han permitido visualizar y cuantificar los patrones de conectividad cerebral con un nivel de detalle sin precedentes.
En el caso específico del cerebro masculino, estos estudios han revelado patrones distintivos en su arquitectura conectómica (el mapa completo de las conexiones neuronales). Estas diferencias no se limitan a regiones aisladas, sino que implican redes funcionales completas y patrones de comunicación entre distintos módulos cerebrales.
Estudios pioneros en conectividad cerebral masculina.
Un estudio seminal realizado por científicos de la Universidad de Pensilvania, publicado en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences, marcó un hito en este campo. Los investigadores escanearon los cerebros de 949 individuos (428 hombres y 521 mujeres) con edades comprendidas entre 8 y 22 años, utilizando imágenes por tensor de difusión para mapear la conectividad estructural.
Los resultados revelaron diferencias significativas en los patrones de conectividad. Los cerebros masculinos mostraron conexiones más fuertes entre la parte delantera y la parte trasera del cerebro, con mayor conectividad dentro de cada hemisferio (conexiones intrahemisféricas). Según Ruben Gurr, uno de los autores del estudio, esto sugiere que los hombres son "más capaces de conectar lo que ven con lo que hacen", lo que podría relacionarse con ciertas ventajas observadas en tareas de coordinación visomotora.
En contraste, los cerebros femeninos mostraron mayor conectividad entre los hemisferios (conexiones interhemisféricas), lo que podría facilitar la integración de las funciones analíticas y las intuitivas, contribuyendo a sus ventajas observadas en ciertas habilidades sociales y comunicativas.
Inteligencia artificial y patrones cerebrales.
Los avances más recientes en este campo incorporan técnicas de aprendizaje automático y análisis de big data para identificar patrones complejos en los datos de neuroimagen. Un estudio pionero publicado en 2024 en la revista PNAS desarrolló un modelo de inteligencia artificial capaz de analizar la conectividad funcional del cerebro con una precisión sin precedentes.
Este modelo computacional fue entrenado con datos de escáneres cerebrales asignados al sexo del paciente, permitiéndole aprender a distinguir patrones específicos asociados a cada sexo. Lo más sorprendente fue su capacidad predictiva: el modelo fue capaz de identificar con un 90% de fiabilidad si una determinada imagen obtenida mediante técnicas de escáner cerebral correspondía a una mujer o a un varón, basándose únicamente en sus características de activación y conectividad.
Este hallazgo confirma la existencia de diferencias objetivas en los patrones de activación cerebral entre sexos, detectables mediante técnicas avanzadas de análisis. Los sistemas cerebrales que más contribuyeron a esta diferenciación fueron la red de modo predeterminado (default mode network), un sistema cerebral que procesa información autorreferencial, y el cuerpo estriado y la red límbica, estructuras involucradas en el aprendizaje y en la respuesta a las recompensas.
Implicaciones funcionales de los patrones de conectividad.
Más allá de la descripción anatómica, estos patrones diferenciales de conectividad tienen implicaciones funcionales para el procesamiento cognitivo. Los cerebros masculinos, con su mayor conectividad intrahemisférica y entre regiones anteriores y posteriores, podrían estar optimizados para la coordinación sensoriomotora y el análisis espacial, funciones evolutivamente relevantes para actividades como la navegación y la caza.
Sin embargo, es crucial interpretar estos hallazgos con cautela. En primer lugar, existe una gran variabilidad individual dentro de cada sexo, con considerable solapamiento entre las distribuciones. En segundo lugar, la plasticidad cerebral permite que la experiencia y el aprendizaje modifiquen estos patrones de conectividad a lo largo de la vida.
Además, la dirección causal entre estos patrones de conectividad y las diferencias cognitivas o comportamentales observadas sigue siendo objeto de debate. ¿Son estos patrones de conectividad la causa de ciertas diferencias cognitivas, o son el resultado de patrones diferenciales de uso y estimulación cerebral determinados por factores socioculturales?
Conectómica del desarrollo.
Un aspecto particularmente interesante es cómo evolucionan estos patrones de conectividad a lo largo del desarrollo. Los estudios longitudinales sugieren que las diferencias en conectividad entre cerebros masculinos y femeninos no están presentes al nacimiento, sino que emergen gradualmente durante la infancia y la adolescencia.
Este desarrollo diferencial podría reflejar la interacción entre la programación biológica (influencia de hormonas sexuales) y los factores ambientales (experiencias, educación, expectativas sociales). La adolescencia, con sus profundos cambios hormonales y neuronales, representa un período crítico para la configuración de estos patrones de conectividad específicos de cada sexo.
La investigación futura en este campo probablemente se beneficiará de enfoques interdisciplinarios que integren datos de neuroimagen, análisis genéticos y epigenéticos, mediciones hormonales y evaluaciones detalladas del comportamiento y la cognición. Solo a través de esta visión integral podremos desentrañar completamente la compleja relación entre la conectividad cerebral, el sexo biológico y el comportamiento humano.
Diferencias a nivel genómico y epigenético: El código molecular del cerebro masculino.
La revolución de la neurogenómica.
Los avances en genética, genómica y epigenética han abierto nuevas fronteras en la comprensión de las bases moleculares del desarrollo y funcionamiento cerebral. Mientras que los estudios tradicionales se centraban en características anatómicas observables, las tecnologías modernas permiten explorar los mecanismos moleculares que subyacen a estas diferencias estructurales y funcionales.
La neurogenómica, una disciplina emergente que aplica las herramientas de la genómica al estudio del sistema nervioso, ha comenzado a desentrañar los complejos patrones de expresión génica que caracterizan al cerebro masculino. Estos estudios revelan que cientos de genes se expresan de manera diferencial en cerebros masculinos y femeninos, afectando diversos procesos desde la diferenciación neuronal hasta la sinaptogénesis y la plasticidad cerebral.
Metilación del ADN y regulación génica en el cerebro masculino.
Un estudio pionero publicado en 2015 en la prestigiosa revista Genome Research representa un avance significativo en este campo. Los investigadores examinaron los cambios en la forma en que los genes se regulan durante el desarrollo del cerebro humano, enfocándose específicamente en un proceso epigenético denominado metilación del ADN.
La metilación del ADN implica la adición de un grupo metilo (CH3) a una de las cuatro bases del código genético (generalmente la citosina), modificando la manera en que se expresa ese gen sin alterar la secuencia de ADN subyacente. Este mecanismo epigenético funciona como un "interruptor molecular" que puede activar o silenciar genes específicos.
Los investigadores analizaron meticulosamente los patrones genómicos de metilación del ADN en cerca de 200 muestras de cerebros en desarrollo, cubriendo un período crítico desde 23 hasta 184 días después de la concepción. Los resultados fueron sorprendentes: encontraron cambios significativos en la metilación del ADN a través del desarrollo del cerebro en más de un 7% de los 400.000 sitios genómicos evaluados.
Más relevante aún, detectaron diferencias consistentes entre los cerebros masculinos y femeninos en estos patrones de metilación. Estos hallazgos apuntan a mecanismos moleculares específicos que podrían contribuir a las diferencias observadas entre cerebros masculinos y femeninos, estableciendo una base biológica para algunas de las diferencias estructurales y funcionales documentadas.
Expresión génica diferencial y dimorfismo sexual cerebral.
Más allá de la metilación del ADN, otros estudios han identificado patrones de expresión génica que difieren entre cerebros masculinos y femeninos. Utilizando técnicas de secuenciación de ARN (RNA-seq) y microarrays, los investigadores han descubierto conjuntos de genes cuya expresión varía significativamente según el sexo en diversas regiones cerebrales.
Estos genes diferencialmente expresados están implicados en procesos cruciales para el desarrollo y funcionamiento cerebral, incluyendo:
Desarrollo neural: Genes involucrados en la proliferación, migración y diferenciación de células neuronales.
Sinaptogénesis: Genes que regulan la formación, mantenimiento y eliminación de conexiones sinápticas.
Metabolismo energético: Genes relacionados con el metabolismo de la glucosa y la función mitocondrial.
Señalización celular: Genes que codifican para receptores, factores de transcripción y moléculas de señalización.
Controversias y limitaciones en la investigación.
A pesar de los avances en la comprensión de las diferencias cerebrales entre sexos, este campo de estudio sigue siendo objeto de debate científico.
La mayor y más consistente diferencia de sexo en el cerebro se ha encontrado en el hipotálamo, una pequeña estructura que regula la fisiología reproductiva y el comportamiento. Sin embargo, el objetivo de muchos investigadores ha sido identificar las causas cerebrales de supuestas diferencias de sexo en el pensamiento, no sólo en la fisiología reproductiva.
Dentro del cerebro, ninguna región ha recibido más atención en la investigación de las diferencias entre sexos que el cuerpo calloso, una banda gruesa de fibras nerviosas que transporta señales entre los dos hemisferios cerebrales. Algunos investigadores encontraron que todo el cuerpo calloso es proporcionalmente más grande en las mujeres en promedio, mientras que otros encontraron sólo ciertas partes son más grandes. Sin embargo, los cerebros más pequeños tienen un cuerpo calloso proporcionalmente más grande independientemente del sexo, y los estudios han sido inconsistentes.
El debate es acalorado pero la observación ha mostrado que, en promedio, hay unas pocas diferencias físicas. Los hombres tienden a tener el cerebro más grande. Pero no se ha podido encontrar ninguna evidencia de que el tamaño indique superioridad.
Una reciente investigación, llevada a cabo por D. Joel plantea la hipótesis de que no existe una dicotomía, cerebro masculino y femenino, no hay un dimorfismo sino un polimorfismo. Tras analizar 1400 cerebros, solo el 0.8% era completamente cerebro femenino o cerebro masculino. La inmensa mayoría era una mezcla rica en diversidad, lo que extrapolando a un único ser humano significa que su cerebro tendrá una "mezcla" de áreas femenina y masculina, independientemente de su sexo.
Puede ser tentador pensar que los cerebros de los dos sexos están "integrados" de diferentes maneras. Pero el cerebro es muy plástico, y se desarrolla en respuesta a cómo se usa. Es por ello que cualquier diferencia en las conexiones podría surgir debido a factores sociales y culturales, incluidos los estereotipos de género.
Implicaciones para la salud y la medicina.
Las diferencias neurobiológicas entre cerebros masculinos y femeninos tienen importantes implicaciones para la salud y la medicina personalizada.
Si bien es cierto que las diferencias cognitivas entre hombres y mujeres son mínimas, hay diferencias en la forma en que responden a la enfermedad y el tratamiento. Los hombres son menos propensos a tener derrames fatales. Los derrames afectan a las mujeres con más severidad que a los hombres, particularmente después de la menopausia.
Las mujeres de 60 años y más tienen el doble de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer que los hombres. La investigación sobre las diferencias en el cerebro entre los géneros podría cambiar la forma en que tratamos las enfermedades de Huntington, de Alzheimer y trastornos psiquiátricos como el bipolar.
Según Helen Spiers, investigadora en el King College de Londres, "Hombres y mujeres muestran diferencias en la susceptibilidad a algunas enfermedades neurológicas. Comprender las diferencias sexuales en el desarrollo del cerebro pueden ayudarnos a entender los orígenes de estas variaciones".
Conclusiones.
La investigación sobre el cerebro masculino ha avanzado significativamente en las últimas décadas, revelando diferencias estructurales, funcionales, de desarrollo y genómicas en comparación con el cerebro femenino. Sin embargo, es crucial interpretar estos hallazgos con cautela.
Una metasíntesis de 2021 de la literatura existente sobre el tema encontró que machos y hembras humanos tenían una diferencia del 1% en la estructura o lateralidad del cerebro. La conclusión del estudio fue que las diferencias respecto al cerebro entre hombres y mujeres son nimias y más bien específicas de cada persona, y mostró que el cerebro humano no es "sexualmente dimórfico".
La investigación actual sugiere que, si bien existen algunas diferencias estadísticamente significativas entre los cerebros masculinos y femeninos, estas diferencias son sutiles y existe una gran superposición entre ambos. Además, la plasticidad cerebral y los factores ambientales juegan un papel crucial en el desarrollo cerebral, independientemente del sexo biológico.
La comprensión de estas diferencias, sin caer en determinismos biológicos simplistas, puede tener importantes implicaciones para el avance de la medicina personalizada y el tratamiento de trastornos neurológicos y psiquiátricos que afectan de manera diferencial a hombres y mujeres.
Referencias.
"Diferencias neurobiológicas entre hombres y mujeres". Wikipedia, la enciclopedia libre. (2025).
"Las 4 diferencias entre cerebro masculino y femenino". Médico Plus. (2023).
"Cerebro de hombre, cerebro de mujer". El País. (2006).
"El Cerebro Sexual: Neurociencia y diferencias ligadas al sexo". NeuronUP.
"Los científicos no han podido encontrar diferencias importantes entre los cerebros de las mujeres y los hombres". Psyciencia. (2022).
"¿Son realmente tan diferentes los cerebros de hombres y mujeres?". BBC News Mundo. (2014).
"Diferencias genómicas en el desarrollo fetal del cerebro masculino y femenino". Agencia SINC.
"Hombres y mujeres. Un estudio desvela diferencias en los patrones cerebrales". Observatorio de Bioética. (2024).
"¿Es tu cerebro masculino o femenino?". BBC News Mundo. (2016).
"Neuropsicología y género". Scielo.
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