La mente fragmentada: un viaje al laberinto
neuronal
Imagínese por un momento que su
cerebro no es una entidad unificada como siempre ha pensado, sino una especie
de sociedad secreta con múltiples miembros que trabajan independientemente, a
veces cooperando, a veces compitiendo, y muchas veces operando sin que usted
sea consciente de ello. ¿Suena a ciencia ficción? Para el neurocientífico
Michael S. Gazzaniga, esta descripción está mucho más cerca de la realidad que
la idea tradicional que tenemos sobre nuestra mente.
En su revolucionario libro
"El cerebro social", publicado originalmente en 1985 (y traducido al
español como "El cerebro social" por Alianza Editorial), Gazzaniga
nos invita a reconsiderar nuestra comprensión más básica sobre quiénes somos.
Este trabajo fundamental se gestó a partir de sus investigaciones pioneras en
la década de 1960 con pacientes de "cerebro dividido" o split-brain,
personas a quienes se les había cortado el cuerpo calloso (la principal
conexión entre los hemisferios cerebrales) como tratamiento para la epilepsia
severa.
Gazzaniga, entonces un joven
investigador trabajando bajo la dirección de Roger Sperry en el Instituto
Tecnológico de California (CalTech), observó algo extraordinario: cuando
mostraba imágenes al campo visual izquierdo de estos pacientes (procesado por el
hemisferio derecho), éstos afirmaban no ver nada, pero paradójicamente podían
señalar con su mano izquierda (controlada por ese mismo hemisferio derecho) el
objeto que supuestamente no habían visto. Esta disociación reveló que ambos
hemisferios podían funcionar de manera independiente, procesando información y
tomando decisiones sin que el otro hemisferio fuera consciente de ello.
Durante siglos, el pensamiento
occidental ha alimentado la idea de que nuestra conducta y pensamientos son
producto de una entidad unitaria -la "mente"- que reside en ese
intrincado laberinto de conexiones neuronales que es el cerebro. Sin embargo,
los descubrimientos de Gazzaniga y otros neurocientíficos nos muestran una
realidad mucho más compleja y fascinante: somos una confederación de procesos
mentales, una "sociedad" neuronal dentro de nuestro cráneo.
La modularidad: el gran hallazgo
La contribución más
significativa de Gazzaniga a la neurociencia es su teoría de la modularidad
cerebral. Esta teoría sostiene que el cerebro no funciona como un sistema
unitario, sino que está organizado en numerosos módulos o sistemas
especializados, cada uno con funciones específicas. Lo que se oculta en el
interior del laberinto cerebral es una "sociedad" de sistemas
relativamente independientes, capaces de funcionar unos al margen de otros, y
de los que nuestra conciencia muchas veces no tiene noticia.
Para comprender mejor este
concepto, podemos usar la metáfora propuesta por los psicólogos evolutivos Leda
Cosmides y John Tooby: mientras que tradicionalmente se pensaba que la mente
era como una navaja simple que servía para todo, la perspectiva modular sugiere
que es más bien como una navaja suiza, con múltiples herramientas
especializadas para diferentes funciones. Cada "herramienta" o módulo
ha evolucionado para resolver problemas específicos que enfrentaron nuestros
ancestros durante millones de años de evolución.
La evidencia para esta
modularidad viene de múltiples fuentes. Los estudios con pacientes que han
sufrido daño cerebral muestran que pueden perder funciones específicas (como
reconocer rostros, procesar el lenguaje o reconocer objetos) mientras mantienen
otras capacidades intactas. Esto sugiere que estas funciones están localizadas
en diferentes sistemas neuronales. Por ejemplo, la prosopagnosia (incapacidad
para reconocer rostros) puede ocurrir sin afectar la capacidad de reconocer
objetos o entender el lenguaje, lo que sugiere que el reconocimiento facial
está mediado por un sistema neural específico.
Los estudios de neuroimagen
funcional, como la resonancia magnética funcional (fMRI) y la tomografía por
emisión de positrones (PET), han confirmado esta especialización, mostrando que
diferentes áreas cerebrales se activan selectivamente durante tareas específicas.
Por ejemplo, el área de Broca y el área de Wernicke se activan durante el
procesamiento del lenguaje, mientras que la circunvolución fusiforme se activa
al ver rostros.
La modularidad explica
fenómenos cotidianos que de otra manera resultarían desconcertantes. ¿Se ha
preguntado alguna vez por qué a veces sentimos impulsos contradictorios? ¿Por
qué una parte de usted quiere una cosa y otra parte desea lo contrario? La modularidad
explica cómo diferentes partes de un cerebro pueden querer cosas diferentes al
mismo tiempo. Cuando las personas hacen declaraciones como, "una parte de
mí quiere x, pero otra parte de mí quiere y", eso no es simplemente una
metáfora—podría ser literalmente cierto, reflejando la actividad de diferentes
módulos cerebrales con objetivos en conflicto.
Este concepto tiene importantes
implicaciones para la comprensión de trastornos psicológicos. Por ejemplo, los
conflictos internos que experimentan las personas con adicciones podrían
entenderse como una lucha entre diferentes sistemas cerebrales: el sistema de
recompensa que busca el placer inmediato versus los sistemas corticales
prefrontales responsables del autocontrol y la planificación a largo plazo.
El intérprete: el narrador de nuestra historia
Uno de los conceptos más
fascinantes propuestos por Gazzaniga es el del "módulo intérprete"
cerebral. A través de sus experimentos con pacientes de cerebro dividido,
Gazzaniga descubrió que el hemisferio izquierdo tiene una tendencia natural a crear
explicaciones y narrativas coherentes, incluso cuando no tiene toda la
información o cuando esta es contradictoria.
En un experimento clásico,
Gazzaniga mostró diferentes imágenes a cada hemisferio de un paciente con
cerebro dividido: al hemisferio izquierdo le mostró una garra de pollo, y al
derecho, una escena con nieve. Luego, cuando le pidió al paciente que seleccionara,
entre varias imágenes, las que se relacionaban con lo que había visto, ocurrió
algo sorprendente. Su mano izquierda (controlada por el hemisferio derecho)
señaló una pala (relacionada con la nieve), mientras que su mano derecha
(controlada por el hemisferio izquierdo) señaló un pollo. Cuando se le preguntó
por qué había elegido esas imágenes, el paciente respondió: "Oh, eso es
simple. La garra de pollo va con el pollo, y necesitas una pala para limpiar el
gallinero." En realidad, el hemisferio izquierdo, sin acceso a la
información de la nieve que había visto el hemisferio derecho, inventó una
historia para dar sentido a las acciones observadas.
Este "intérprete" en
el hemisferio izquierdo no es simplemente un narrador pasivo, sino un activo
creador de significado que constantemente busca patrones, orden y relaciones
causales. Gazzaniga ha argumentado que nuestro cerebro genera este proceso
"intérprete" para traducir situaciones complejas en elecciones
(incluyendo decisiones éticas). Y esto podría explicar nuestro comportamiento
pro-social y la creación de sistemas de creencias.
El intérprete es como un
narrador interno que constantemente está tratando de dar sentido a todas
nuestras experiencias, incluso cuando nuestras acciones son resultado de
procesos automáticos e inconscientes. Este mecanismo nos brinda la ilusión de
ser agentes unificados y coherentes, aunque en realidad somos una coalición de
sistemas neurales con distintos objetivos y preferencias.
Las investigaciones recientes
han ampliado esta comprensión del intérprete. Según investigadores como Peter
Verhezen, "parece que todos compartimos las mismas redes y sistemas
morales, y todos respondemos de manera similar a problemas similares. Lo único
diferente, entonces, no es nuestro comportamiento, sino nuestras teorías sobre
por qué respondemos de la manera en que lo hacemos". Esta observación
sugiere que el intérprete no solo opera a nivel individual, sino que también
nos ayuda a navegar el complejo mundo social creando explicaciones compartidas
para los comportamientos colectivos.
Piense en la última vez que
tomó una decisión importante. ¿Fue realmente una elección consciente o su
cerebro ya había decidido antes de que usted fuera consciente de ello?
Experimentos como los del neurocientífico Benjamin Libet sugieren que la
actividad neural que predice una acción voluntaria ocurre segundos antes de que
la persona sea consciente de su intención de actuar. Esto sugiere que muchas
decisiones que creemos tomar conscientemente en realidad son procesadas primero
a nivel inconsciente, y luego nuestro intérprete crea una narrativa que nos
hace sentir como los autores conscientes de esas decisiones.
Hoy creemos que el grueso de la
actividad mental se procesa en módulos mayormente automáticos para que los
sistemas de toma de decisiones no tengan que vérselas con los 10 millones de
pasos que intervienen en cualquier acto, explica Gazzaniga, sugiriendo que gran
parte de nuestra vida mental ocurre fuera del alcance de nuestra consciencia.
El intérprete, entonces, es una especie de portavoz que nos da acceso
consciente a una fracción de estos procesos automáticos, creando la ilusión de
un yo unificado y en control.
La neurociencia moderna confirma la visión
modular
A casi cuatro décadas desde la
publicación original de "El cerebro social", las investigaciones
recientes continúan respaldando y expandiendo la visión modular de Gazzaniga.
Los avances en neuroimagen y neurofisiología han proporcionado evidencia sólida
de la especialización funcional de diferentes regiones cerebrales.
Las técnicas de neuroimagen
moderna como la resonancia magnética funcional (fMRI), la tomografía por
emisión de positrones (PET), la magnetoencefalografía (MEG) y la
electroencefalografía (EEG) permiten a los científicos observar la actividad
cerebral en tiempo real mientras los participantes realizan diferentes tareas.
Estos estudios han confirmado la existencia de redes neurales especializadas
para diferentes funciones cognitivas, como el lenguaje, la memoria, la
atención, el reconocimiento de objetos y rostros, la navegación espacial, y las
emociones, entre otras.
Por ejemplo, la investigación
en neuroimagen ha identificado redes cerebrales específicas para el
procesamiento social, que incluyen la corteza prefrontal medial, la unión
temporoparietal, el surco temporal superior, la amígdala y otras estructuras
que se activan selectivamente durante tareas que implican entender las
intenciones de otros, reconocer emociones en rostros, o razonar sobre estados
mentales ajenos. Estas redes constituyen lo que se ha denominado el
"cerebro social", un conjunto de módulos especializados en navegar
nuestro complejo entorno social.
Una tercera clase de evidencia
que la neurociencia cognitiva proporciona sobre la modularidad proviene de una
variedad de técnicas que miden de manera no invasiva la actividad cerebral
regional a medida que ocurre el procesamiento de la información. Estas técnicas
nos permiten observar en tiempo real cómo diferentes módulos cerebrales se
activan ante distintas tareas, confirmando la especialización funcional
propuesta por Gazzaniga.
La genética y la biología
molecular también han aportado evidencia para la modularidad cerebral. Los
estudios de gemelos y familias sugieren que diferentes capacidades cognitivas
tienen diferentes grados de heredabilidad y pueden estar influenciadas por diferentes
genes. Esto es consistente con la idea de que estas capacidades están mediadas
por sistemas neurales distintos con diferentes bases genéticas.
La teoría de la modularidad ha
evolucionado y se ha refinado con el tiempo. Inicialmente, Jerry Fodor propuso
una versión restrictiva de la modularidad que limitaba los módulos a sistemas
perceptivos y lingüísticos de nivel bajo. Sin embargo, investigadores
posteriores, incluido Gazzaniga, han propuesto una "modularidad
masiva" que extiende el concepto a funciones cognitivas de nivel superior.
La Teoría Modular de la Mente
actual concibe el funcionamiento cerebral como la activación de distintos
módulos especializados, independientes pero relacionados. Esta concepción ha
transformado nuestra comprensión de cómo el cerebro procesa la información,
alejándose de modelos lineales o seriales de procesamiento hacia una visión más
distribuida y paralela.
Como explica la psicóloga
Grecia Guzmán Martínez, "tradicionalmente, la teoría de la mente sostenía
que está última funcionaba como una navaja común que podemos llevar con
nosotros para resolver cualquier problema". Sin embargo, el enfoque modular
nos muestra que la mente funciona más bien como esa navaja suiza, con múltiples
herramientas especializadas para diferentes tareas.
El cerebro social en acción: implicaciones para
nuestra vida cotidiana
La teoría del cerebro social y
la modularidad tienen profundas implicaciones para nuestra comprensión de
nosotros mismos y de nuestras interacciones sociales. El cerebro humano ha
desarrollado circuitos neuronales que nos permiten prosperar en un contexto
social, y estos circuitos son fundamentales para nuestra supervivencia y
bienestar.
La evolución nos ha dotado de
módulos cerebrales específicamente diseñados para la interacción social. El
descubrimiento de las "neuronas espejo" por el equipo de Giacomo
Rizzolatti en la Universidad de Parma (Italia) proporciona un ejemplo revelador.
Estas neuronas, que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando
observamos a otro realizar la misma acción, constituyen un mecanismo neural
fundamental para la empatía, el aprendizaje por imitación y la comprensión de
las intenciones de otros.
La dimensión social de nuestro
cerebro explica por qué las relaciones humanas son tan importantes para nuestra
salud mental y física. Diversos estudios han puesto en evidencia que los
cambios asociados al desarrollo del cerebro se deben a la interacción entre la
biología y el ambiente, destacando cómo nuestro entorno social moldea
literalmente la estructura y función de nuestro cerebro.
Las investigaciones en
neurociencia social han demostrado que el aislamiento social y la soledad
pueden tener efectos negativos profundos sobre la salud cerebral, comparables a
los del tabaquismo o la obesidad. Por otro lado, las relaciones sociales positivas
se asocian con mejor función inmune, menor inflamación, presión arterial más
baja y mayor longevidad. Este vínculo entre salud social y salud física refleja
la importancia central de la interacción social para nuestro bienestar, algo
que Gazzaniga anticipó con su concepto del cerebro social.
En el ámbito educativo, la
comprensión del cerebro social ha llevado a nuevos enfoques pedagógicos. Como
señala Jesús C. Guillén en "Escuela con cerebro", "desde la
perspectiva educativa, la naturaleza social del aprendizaje implica que los
profesores deberíamos estructurar las actividades en el aula de forma que
estimularan las interacciones sociales". Esto ha dado lugar a metodologías
como el aprendizaje cooperativo, que aprovecha la naturaleza social del cerebro
para mejorar los resultados educativos.
La cooperación, entendida como
trabajar para alcanzar objetivos comunes, activa circuitos de recompensa en el
cerebro. Estudios de neuroimagen han mostrado que los actos de cooperación
activan el núcleo accumbens y otras regiones asociadas con la recompensa, de
manera similar a como lo hacen experiencias placenteras como comer chocolate o
recibir dinero. Esto sugiere que nuestro cerebro está "cableado" para
encontrar satisfacción en las interacciones cooperativas, un hallazgo que tiene
implicaciones no solo para la educación, sino también para la organización del
trabajo y la sociedad en general.
La comprensión del cerebro
social también ha dado lugar a nuevos enfoques terapéuticos. Por ejemplo, las
terapias basadas en la atención plena (mindfulness) y la compasión buscan
fortalecer las conexiones entre la corteza prefrontal y las estructuras límbicas,
mejorando así la regulación emocional y las habilidades sociales. Estas
terapias han mostrado eficacia en el tratamiento de trastornos como la
depresión, la ansiedad y el estrés postraumático.
Desafíos y horizontes en la comprensión del
cerebro humano
A pesar de los enormes avances
en neurociencia desde la publicación de "El cerebro social", todavía
quedan grandes misterios por resolver. Algunos de los desafíos más apremiantes
incluyen comprender cómo interactúan los diferentes módulos cerebrales para
producir una experiencia consciente unificada, cómo emerge la individualidad a
partir de la interacción entre genes y ambiente, y cómo podemos aplicar este
conocimiento para prevenir y tratar trastornos neurológicos y psiquiátricos.
La complejidad del cerebro
humano es verdaderamente asombrosa: con aproximadamente 86 mil millones de
neuronas y un número aún mayor de células gliales, interconectadas por un
estimado de 100 billones de sinapsis, el cerebro humano es posiblemente el objeto
más complejo del universo conocido. Esta complejidad plantea desafíos
metodológicos significativos para la investigación en neurociencia.
Como señala el Instituto Salk
en su programa de investigación en neurociencia: "Existe una necesidad
urgente de prevenir y tratar las enfermedades del cerebro. Los científicos
están trabajando para comprender mejor cómo se desarrolla el cerebro y descubrir
los impulsores moleculares de las condiciones neurológicas y psicológicas para
estimular el desarrollo de terapias más efectivas."
La neurociencia también
enfrenta dilemas éticos y de privacidad. A medida que se desarrollen nuevas
tecnologías para acceder a la actividad cerebral y modificarla, surgirán
preocupaciones sobre cómo se utilizarán estas herramientas. ¿Deberíamos
utilizar la estimulación cerebral para mejorar el rendimiento cognitivo? ¿Es
ético leer la actividad cerebral para determinar si alguien está mintiendo?
¿Qué sucede con la privacidad de nuestros pensamientos en un mundo donde la
tecnología puede acceder cada vez más a nuestra actividad neural?
Estas cuestiones éticas se
vuelven cada vez más relevantes a medida que nuestra capacidad para manipular
el cerebro avanza. Gazzaniga mismo ha abordado estos temas en obras posteriores
como "El cerebro ético", donde explora las implicaciones éticas de
nuestra comprensión creciente del cerebro.
Quizás el mayor desafío sigue
siendo entender cómo emerge la conciencia unificada de un sistema tan modular y
distribuido. El enigma de la consciencia sigue siendo uno de los mayores
desafíos: ¿Cómo emergen los estados subjetivos de nuestra mente a partir de la
actividad neuronal? Esta pregunta fundamental, a veces llamada el
"problema difícil" de la consciencia, continúa desafiando a
neurocientíficos y filósofos por igual.
Como señala el director del
Centro Sage para el estudio de la mente (fundado por Gazzaniga): "La
mayoría de los neurocientíficos creen que la consciencia es un fenómeno
emergente que surge de la actividad coordinada de múltiples sistemas
cerebrales. Sin embargo, todavía estamos lejos de comprender completamente cómo
ocurre esta emergencia y cómo da lugar a la experiencia subjetiva."
Conclusión: El legado de Gazzaniga y el futuro de
la neurociencia
Las contribuciones de Michael
S. Gazzaniga a nuestra comprensión del cerebro han sido monumentales. Su visión
de un cerebro modular y social ha revolucionado la neurociencia y ha abierto
nuevos caminos de investigación que continúan expandiéndose hoy en día.
El impacto de Gazzaniga va más
allá de sus descubrimientos científicos; su enfoque interdisciplinario y su
capacidad para comunicar ideas complejas de manera accesible han ayudado a
llevar la neurociencia al público general. Sus numerosos libros, incluyendo
"El cerebro social", "¿Quién manda aquí?" y "El
cerebro ético", han hecho que las fascinantes ideas de la neurociencia
cognitiva sean accesibles para lectores no especializados.
El hecho de que fuera
precisamente un psicólogo quien estableciera el primer laboratorio de
neurociencia cognitiva pone expresamente de manifiesto la esencia de esta nueva
disciplina: la colaboración interdisciplinaria entre psicología, biología,
informática y otras ciencias para desentrañar los secretos de la mente humana.
Como señala la Editorial Sanz y Torres: "El detonante que permitió
despegar a esta joven disciplina fue el desarrollo a finales de los años 70 del
siglo xx de las modernas técnicas de neuroimagen, que permitieron visualizar
tanto la estructura como la actividad funcional del cerebro humano en
vivo."
El término "neurociencia
cognitiva" fue acuñado por Gazzaniga y el psicólogo George A. Miller en
1976, cuando organizaron un curso en la Universidad Cornell sobre las bases
biológicas de la cognición humana. Desde entonces, este campo ha crecido
exponencialmente, con laboratorios de neurociencia cognitiva establecidos en
universidades de todo el mundo y journals especializados dedicados a publicar
investigaciones en esta área.
Mientras avanzamos en nuestra
comprensión del cerebro, las ideas pioneras de Gazzaniga sobre la modularidad y
el cerebro social continúan guiando e inspirando a nuevas generaciones de
investigadores. La visión de un cerebro compuesto de múltiples sistemas
especializados que trabajan en concierto para crear nuestra experiencia
consciente unificada sigue siendo tan revolucionaria hoy como cuando fue
propuesta por primera vez.
En un mundo cada vez más
complejo y socialmente conectado, comprender cómo nuestro cerebro social navega
por estas aguas es más importante que nunca. El trabajo de Gazzaniga nos ha
proporcionado un mapa invaluable para este viaje continuo hacia el autoconocimiento,
recordándonos que, paradójicamente, para entender nuestra unidad, debemos
primero comprender nuestra multiplicidad.
Como reflexionó el propio
Gazzaniga: "Es irónico que el cerebro, ese órgano que nos define como
individuos, sea al mismo tiempo tan profundamente social. Pero quizás esa
paradoja es precisamente lo que nos hace humanos: somos individuos definidos por
nuestras relaciones con los demás, mentes solitarias construidas para la
conexión."
Referencias:
- Gazzaniga, M. S. (2006). El cerebro social. Alianza Editorial. Link del libro:https://amzn.to/4jOY21A
- Gazzaniga, M. S. (2011). ¿Quién manda aquí?
El libre albedrío y la ciencia del cerebro. Paidós.
- Gazzaniga, M. S. (2006). El cerebro ético. Paidós. Link del libro:https://amzn.to/4jyx12U
- Escuelaconcerebro.wordpress.com (2014).
"El cerebro social: cooperación en el aula".
- Psicoactiva.com (2024). "Modularidad
cerebral según Robert Kurzban".
- Psychology Today en español (2021). "El
descubrimiento central de la neurociencia: la mente es modular".
- Redalyc.org (2023). "Aportaciones de la
neurociencia cognitiva y el enfoque multisensorial".
- Escoeuniversitas.com (2023).
"Neurociencia: 6 desafíos en busca de los Misterios del
Cerebro".
- Lamenteesmaravillosa.com (2019). "La
teoría modular de la mente".
- Editorial Sanz y Torres (2023).
"Neurociencia Cognitiva".
- Amrop.com (2023). "Dentro del Cerebro
Sabio del Líder 7: El Cerebro Social".
- Salk.edu (2024). "Neurociencia -
Instituto Salk de Estudios Biológicos".
- Intramed.net (2022). "El cerebro
funciona en automático".
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