Introducción.
El trauma es una experiencia que afecta
profundamente la vida de millones de personas en todo el mundo. A
diferencia de lo que muchos creen, el trauma no se limita a eventos
catastróficos como guerras o desastres naturales, sino que puede
surgir de experiencias cotidianas que hieren nuestra psique y alteran
nuestro equilibrio emocional.
Como explica el Dr. Gabor Maté, reconocido médico
y autor: "Trauma es una palabra griega que significa herida.
Literalmente eso es lo que significa. Así que cuando entiendes eso,
entonces te das cuenta de que... el trauma no es lo que te ocurre. El
trauma es lo que ocurre dentro de ti como resultado de lo que te ha
ocurrido". Esta definición nos invita a entender el trauma no
solo como el evento en sí, sino como la herida emocional que queda
en nuestro interior.
En nuestra sociedad moderna, donde prevalecen la
desconexión, el individualismo y un ritmo de vida acelerado, el
trauma se ha convertido en una epidemia silenciosa. Según diversos
estudios, aproximadamente el 70% de los adultos experimentará al
menos un evento traumático en su vida, y muchos de ellos sufrirán
efectos duraderos que impactarán su salud física y mental. El
trauma no atendido puede transmitirse incluso a través de
generaciones, creando ciclos de sufrimiento que afectan a familias y
comunidades enteras.
Este artículo explora en profundidad la naturaleza
del trauma, sus mecanismos neurobiológicos, su impacto en nuestra
salud física y emocional, y las diferentes formas en que podemos
abordarlo y sanarlo, incorporando las valiosas perspectivas del Dr.
Gabor Maté y otros especialistas en la materia.
¿Qué es el trauma emocional?
Definición y comprensión integral
El trauma emocional representa una herida
psicológica que se produce cuando experimentamos situaciones que
sobrepasan nuestra capacidad de afrontamiento y procesamiento
emocional. La palabra trauma deriva del griego y significa herida.
Una definición más precisa es que un trauma es una herida duradera
que puede ser provocada por variadas situaciones.
El trauma es la fuerza invisible que moldea nuestras
vidas. Da forma a la manera como vivimos, la manera como amamos y la
manera como le damos sentido al mundo. Es la raíz de nuestras
heridas más profundas. Esta descripción del documental "La
sabiduría del trauma" nos ayuda a comprender cómo el trauma,
aunque invisible, puede influir en todos los aspectos de nuestra
vida.
Es importante comprender que lo que determina si una
experiencia se convierte en traumática no es necesariamente la
magnitud objetiva del evento, sino cómo la persona lo experimenta y
si cuenta con recursos internos y externos para procesarlo
adecuadamente. Una situación aparentemente menor para un adulto con
recursos emocionales bien desarrollados podría ser profundamente
traumática para un niño que carece de las herramientas para
comprender y procesar lo ocurrido.
Neurobiología del trauma
Desde una perspectiva neurobiológica, el trauma
altera fundamentalmente el funcionamiento del cerebro y el sistema
nervioso. Cuando experimentamos una amenaza, nuestro cerebro activa
la respuesta de "lucha, huida o congelación", mediada
principalmente por el sistema límbico (especialmente la amígdala) y
el tronco cerebral.
En condiciones normales, esta respuesta se desactiva
una vez que el peligro ha pasado. Sin embargo, en experiencias
traumáticas, este sistema de alarma puede quedar permanentemente
sensibilizado, creando un estado de hipervigilancia crónica. El
cerebro queda atrapado en un estado de alerta constante, como si el
peligro fuera inminente incluso en situaciones seguras.
Además, el trauma afecta al hipocampo, estructura
cerebral crucial para la formación de memorias contextuales. Esto
explica por qué los recuerdos traumáticos son a menudo
fragmentados, carecen de contexto temporal claro y se experimentan
como si estuvieran ocurriendo en el presente (flashbacks). La corteza
prefrontal, responsable de la regulación emocional y la toma de
decisiones racionales, también puede ver comprometida su
funcionalidad, dificultando el procesamiento cognitivo del evento
traumático.
A nivel hormonal, el trauma crónico puede alterar
el eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA), responsable de regular
nuestra respuesta al estrés. Esto puede resultar en niveles
crónicamente elevados de cortisol (la hormona del estrés) o,
paradójicamente, en niveles anormalmente bajos debido al agotamiento
del sistema, contribuyendo a problemas como fatiga crónica,
disfunciones inmunológicas y diversas afecciones físicas.
Tipos de trauma
Los traumas pueden originarse de diversas fuentes:
1. Traumas de evento único (Trauma
Simple)
Son aquellos causados por un incidente específico y
delimitado en el tiempo. Ejemplos incluyen:
Accidentes de
tráfico
Desastres naturales
(terremotos, inundaciones, incendios)
Agresiones físicas
o sexuales puntuales
Diagnóstico de
enfermedad grave o intervención médica traumática
Muerte inesperada de un ser querido
Estos traumas, aunque profundamente perturbadores,
suelen ser más fáciles de procesar que los traumas complejos porque
tienen un inicio y un final claros, y generalmente ocurren en un
contexto donde la persona tenía previamente una sensación de
seguridad.
2. Trauma Complejo o del Desarrollo
Este tipo de trauma resulta de experiencias adversas
repetidas o prolongadas, especialmente durante períodos críticos
del desarrollo infantil. Los traumas complejos típicamente:
Ocurren dentro de un
contexto relacional (familia, cuidadores)
Involucran abandono,
negligencia o abuso sostenido
Suceden en etapas
donde el cerebro y el sistema nervioso están en desarrollo
Carecen de
reconocimiento o validación externa
Incluyen "microtraumas" acumulativos
que individualmente pueden parecer insignificantes
El trauma complejo es particularmente insidioso
porque afecta la formación de la identidad, la capacidad de
regulación emocional y las habilidades relacionales fundamentales.
Como señala el Dr. Maté: "Puedes herir al niño simplemente
por no cogerle cuando está llorando y necesita tu atención y no se
la das". Esta observación nos muestra que incluso los actos de
omisión pueden generar traumas significativos.
Algunos ejemplos de trauma complejo incluyen:
Abuso emocional,
físico o sexual sostenido
Negligencia
emocional o física crónica
Exposición
prolongada a violencia doméstica
Crianza
inconsistente o invalidación emocional sistemática
Separación
prolongada de los cuidadores principales
Bullying persistente
3. Trauma Intergeneracional o
Histórico
Este tipo de trauma se transmite a través de
generaciones en familias o comunidades, incluso sin que los eventos
traumáticos sean experimentados directamente por las generaciones
posteriores. Las investigaciones en epigenética han demostrado que
las experiencias traumáticas pueden influir en la expresión
genética, afectando a las generaciones futuras.
El trauma intergeneracional puede manifestarse como:
Patrones familiares
de comportamiento disfuncional
Enfermedades físicas
y mentales que siguen patrones familiares
Transmisión
inconsciente de creencias limitantes y mecanismos de defensa
Dificultades para
establecer vínculos seguros
Sensibilidad especial ante ciertos
desencadenantes
4. Trauma Colectivo y Societal
Este tipo de trauma afecta a grupos enteros de
personas y puede derivarse de:
Guerras y conflictos
armados
Genocidio y limpieza
étnica
Opresión sistémica
y discriminación
Colonización y
desplazamiento forzado
Desastres naturales
que afectan a comunidades enteras
Pandemias y crisis sanitarias globales
El trauma colectivo puede crear narrativas
compartidas de sufrimiento que moldean la identidad cultural y las
respuestas sociales, influyendo en políticas, instituciones y
prácticas culturales durante generaciones.
El impacto del trauma en la salud
física y emocional
Efectos en el cerebro y el cuerpo
El trauma no solo afecta nuestra mente sino también
nuestro cuerpo. "Debido a la forma como los traumas afectan el
cuerpo, pueden llevar a migrañas, al síndrome del intestino
irritable e incluso problemas en la espalda", según indica la
Dra. Marianne Trent en un artículo de BBC News Mundo.
Los estudios neurobiológicos han demostrado que el
trauma puede alterar el funcionamiento de estructuras cerebrales
clave:
Sistema Límbico y Amígdala:
El trauma hipersensibiliza la amígdala, nuestro centro de detección
de amenazas, lo que conduce a respuestas exageradas ante estímulos
incluso remotamente asociados con el trauma original.
Hipocampo: Esta estructura,
crucial para la formación de memorias contextualizadas, puede
reducir su volumen tras trauma prolongado, afectando la capacidad
para distinguir entre pasado y presente, y comprometiendo la
formación de nuevas memorias positivas.
Corteza Prefrontal:
Responsable de la regulación emocional y el razonamiento complejo,
puede ver disminuida su capacidad para modular las respuestas
emocionales intensas generadas por el sistema límbico.
Eje Hipotalámico-Pituitario-Adrenal
(HPA): El trauma crónico altera este sistema de respuesta
al estrés, conduciendo a desequilibrios hormonales que afectan
múltiples sistemas corporales.
El trauma deja al cerebro en alerta elevada,
"incluso si la amenaza ya no existe", y algunas personas
pueden percibir peligro donde no hay. Esto explica por qué muchas
personas con trauma viven en un estado constante de hipervigilancia y
ansiedad.
Manifestaciones a nivel de sistemas
corporales
La investigación en medicina psicosomática ha
identificado múltiples vías a través de las cuales el trauma
afecta sistemas corporales específicos:
Sistema Inmunológico: El
estrés crónico asociado al trauma puede suprimir la función
inmunológica, aumentando la susceptibilidad a infecciones y
enfermedades autoinmunes. Estudios han encontrado correlaciones
significativas entre historias de trauma infantil y enfermedades
como lupus, artritis reumatoide y enfermedad de Crohn.
Sistema Cardiovascular: El
trauma se asocia con mayor riesgo de hipertensión, enfermedad
coronaria y accidentes cerebrovasculares. La liberación constante
de adrenalina y cortisol en respuesta al estrés crónico puede
dañar las paredes arteriales y promover la inflamación.
Sistema Digestivo: El eje
cerebro-intestino es particularmente sensible al estrés, lo que
explica la alta prevalencia de síndrome del intestino irritable,
enfermedad inflamatoria intestinal y otros trastornos digestivos en
personas con historias de trauma.
Sistema Endocrino: El trauma
puede alterar la producción hormonal, afectando el metabolismo, la
función tiroidea, la fertilidad y los ciclos de sueño-vigilia.
Esto contribuye a condiciones como diabetes, obesidad y síndrome
metabólico.
Sistema Musculoesquelético:
La tensión muscular crónica relacionada con la hipervigilancia
puede manifestarse como dolor crónico, fibromialgia y otros
síndromes de dolor musculoesquelético.
Gabor Maté, en su libro "El mito de la
normalidad", argumenta que nuestro bienestar emocional y nuestra
conectividad social están íntimamente entrelazados con la salud y
la enfermedad. En "Cuando el cuerpo dice no", Maté
presenta numerosos casos clínicos que ilustran cómo el estrés
emocional crónico y el trauma pueden manifestarse como enfermedades
físicas graves, desde esclerosis múltiple hasta cáncer.
Esta perspectiva integral nos permite entender cómo
el trauma puede ser un factor subyacente en muchas enfermedades
crónicas que la medicina convencional tiende a tratar exclusivamente
desde una perspectiva biomédica, sin considerar las raíces
emocionales y psicológicas.
Manifestaciones emocionales y
comportamentales
El trauma puede manifestarse a través de diversos
síntomas emocionales y cambios comportamentales:
Emociones y estados afectivos
alterados
Las emociones como la ira, el miedo y la tristeza
pueden volverse más recurrentes después de un trauma debido a la
huella profunda que deja en nosotros:
Enfado/rabia: El enfado es
autoprotector ya que nos sirve para poner límites a una persona o
una situación que no nos gusta o nos está hiriendo. La rabia puede
volverse crónica después de un trauma, al haber vivido una amenaza
extrema que no se ha podido frenar. Esto dificulta las relaciones
interpersonales e incluso la estabilidad laboral.
Ansiedad/miedo/terror: El
miedo alerta de un potencial peligro y el terror sería la forma más
extrema del miedo. Esta emoción está particularmente relacionada
con el trauma, creando respuestas exageradas ante estímulos que
recuerdan remotamente al evento traumático.
Tristeza/desesperanza: La
experiencia traumática puede provocar una profunda sensación de
pérdida y desesperanza, distorsionando la visión del futuro y
conduciendo a estados depresivos persistentes.
Vergüenza: A diferencia de la
culpa (que se enfoca en el comportamiento: "hice algo malo"),
la vergüenza ataca la identidad misma ("soy malo/defectuoso").
El trauma, especialmente el relacional, puede generar una vergüenza
tóxica que socava la autoestima y fomenta el aislamiento.
Entumecimiento emocional: Como
mecanismo de protección, muchas personas traumatizadas desarrollan
una desconexión de sus emociones, experimentando un entumecimiento
afectivo que, si bien protege del dolor, también bloquea la
capacidad de experimentar emociones positivas y establecer
conexiones significativas.
Cambios comportamentales
El trauma puede manifestarse en patrones de
comportamiento que representan intentos (a menudo inconscientes) de
manejar el dolor emocional o prevenir futuras heridas:
Evitación: Eludir
situaciones, personas o lugares que recuerden el trauma. Esta
estrategia, aunque comprensible, restringe la vida y refuerza el
miedo.
Hipervigilancia: Estado
constante de alerta, dificultad para relajarse, escaneo constante
del entorno en busca de amenazas.
Conductas de riesgo: Algunas
personas traumatizadas buscan sensaciones intensas a través de
comportamientos temerarios, como una forma de sentirse vivas o
controlar el entumecimiento emocional.
Adicciones: Como explica el
Dr. Maté, las adicciones son a menudo intentos de automedicación
para aliviar el dolor emocional del trauma. "La adicción es el
uso de cualquier comportamiento o sustancia para aliviar el dolor en
el corto plazo, que lleva a consecuencias negativas en el largo
plazo."
Relaciones disfuncionales:
Patrones repetitivos de relaciones abusivas o inestables, dificultad
para establecer límites saludables, miedo al abandono o al
compromiso.
Autolesiones: Para algunas
personas, el dolor físico puede servir como distracción del
sufrimiento emocional o como forma de sentir algo cuando predomina
el entumecimiento.
Indicadores clínicos y
diagnósticos
Algunos indicadores comunes de trauma incluyen:
Insomnio y pesadillas recurrentes:
Es probable que la persona recuerde durante la noche el episodio
traumático, pudiendo recordar detalles aislados o revivir
nuevamente toda la experiencia.
Irritabilidad y cambios de humor:
Mayor sensibilidad ante cualquier circunstancia, fundamentalmente
ante aquellas que se parecen a la situación que ha provocado el
trauma emocional.
Flashbacks y recuerdos intrusivos:
Reviviscencias súbitas del evento traumático con gran intensidad
sensorial y emocional, como si estuviera ocurriendo en el presente.
Dificultades de concentración:
Problemas para re-encontrar el ritmo cotidiano, confusión y
dificultad para concentrarse.
Sensación de culpa y vergüenza:
A veces las víctimas sienten una profunda sensación de vergüenza
pues creen que el suceso traumático ha sido culpa suya, o podrían
estar muy enfadadas y culpar a los demás por lo ocurrido.
Aislamiento social:
Retraimiento de amigos y familiares, dificultad para confiar en los
demás.
Disociación: Sensación de
desconexión de uno mismo o del entorno, como si se estuviera
observando desde fuera.
Somatizaciones: Manifestación
de síntomas físicos sin causa orgánica identificable, como
dolores crónicos, problemas digestivos o fatiga persistente.
Trauma y desarrollo infantil
El trauma durante la infancia tiene efectos
particularmente profundos debido a que ocurre durante períodos
críticos del desarrollo cerebral. Como señala el Dr. Maté, "un
trauma surge tanto porque has sufrido recientemente un miedo de gran
intensidad (terror) o porque te has sentido incapaz de manejar un
peligro real o potencial. La importancia de sufrir traumas durante la
infancia y adolescencia como cualquier tipo de abuso (físico,
emocional y/o sexual), violencia doméstica, suicidio de un ser
querido, etc. es que pueden conducir a trastornos mentales y físicos
crónicos y afectar a los sobrevivientes el resto de sus vidas."
Las experiencias adversas en la infancia (ACEs, por
sus siglas en inglés) han sido extensamente estudiadas, y la
investigación muestra una correlación directa entre el número de
ACEs y el riesgo de desarrollar problemas de salud física y mental
en la edad adulta.
El trauma infantil puede afectar:
Desarrollo cerebral:
Alteraciones en las estructuras cerebrales y en las conexiones
neuronales, especialmente en áreas relacionadas con la regulación
emocional y el procesamiento del estrés.
Apego y capacidad relacional:
Dificultades para formar vínculos seguros y satisfactorios,
patrones de apego ansioso, evitativo o desorganizado.
Regulación emocional:
Problemas para identificar, expresar y modular emociones.
Sentido de identidad:
Distorsiones en la percepción de uno mismo, autoconcepto negativo,
autoestima frágil.
Sistemas de creencias:
Desarrollo de creencias negativas sobre uno mismo ("no soy
digno de amor"), los demás ("no se puede confiar en
nadie") y el mundo ("el mundo es un lugar peligroso").
Desarrollo cognitivo:
Dificultades en funciones ejecutivas como planificación,
organización, control de impulsos y memoria de trabajo.
La buena noticia es que, gracias a la
neuroplasticidad cerebral, muchos de estos efectos pueden mitigarse o
revertirse con intervenciones adecuadas, especialmente cuando se
implementan tempranamente.
La visión del Dr. Gabor Maté
sobre el trauma
El Dr. Gabor Maté ha revolucionado nuestra
comprensión del trauma con su enfoque integral y compasivo. A través
de sus libros y conferencias, ha destacado la conexión entre el
trauma, las adicciones y las enfermedades físicas.
Trayectoria y contribuciones
Gabor Maté nació en 1944 en Budapest, Hungría, en
el seno de una familia judía que vivió los horrores del Holocausto.
Sus propias experiencias tempranas de separación y pérdida (su
abuelos fueron asesinados en Auschwitz cuando él tenía apenas cinco
meses, y su madre lo dejó al cuidado de un extraño durante cinco
semanas para salvarlo) informaron profundamente su comprensión del
trauma y su impacto en el desarrollo humano.
Tras emigrar a Canadá en 1956, Maté se formó como
médico y desarrolló una carrera que lo llevó a trabajar en
cuidados paliativos y con personas que sufrían adicciones severas en
el Downtown Eastside de Vancouver, considerado en su momento el
epicentro de adicción a drogas de Canadá. Esta experiencia clínica,
combinada con su estudio de la neurociencia, la psicología del
desarrollo y la medicina psicosomática, le permitió formular sus
teorías innovadoras sobre las conexiones entre trauma, adicción y
enfermedad.
Sus libros más influyentes incluyen:
"Mentes
dispersas" (sobre el trastorno por déficit de atención)
"En el reino de
los fantasmas hambrientos" (sobre adicciones)
"Cuando el
cuerpo dice no" (sobre la conexión entre estrés emocional y
enfermedad física)
"El mito de la normalidad" (su obra
más reciente, escrita con su hijo Daniel Maté)
El mito de la normalidad
En su libro "El mito de la normalidad",
escrito junto a su hijo Daniel Maté, argumenta que "en esta
sociedad, la mayoría de nosotros, debido a la naturaleza de nuestra
cultura, a la forma en que criamos a los niños, a la forma en que
tenemos que relacionarnos entre nosotros, los valores mismos de la
sociedad son traumatizantes para muchas personas. Así que es falso
decir que algunas personas son normales y otras son anormales".
Esta perspectiva nos invita a replantearnos lo que
consideramos "normal" y a reconocer que muchos aspectos de
nuestra sociedad moderna pueden ser inherentemente traumatizantes:
Desconexión de la naturaleza:
Nos hemos alejado de nuestros ritmos naturales y conexión con el
entorno.
Individualismo extremo: La
valoración excesiva de la independencia sobre la interdependencia
socava nuestras necesidades fundamentales de conexión y
pertenencia.
Materialismo y consumismo: La
equiparación del éxito con las posesiones materiales y el estatus
social distorsiona nuestras prioridades.
Ritmo acelerado de vida: La
constante presión hacia la productividad y la eficiencia ignora
nuestra necesidad de descanso y reflexión.
Desintegración familiar y comunitaria:
La pérdida de estructuras de apoyo tradicionales deja a muchos
individuos aislados en momentos de vulnerabilidad.
Desconexión del cuerpo: La
separación cultural entre mente y cuerpo nos aleja de señales
corporales importantes.
Medicalización de condiciones
normales: La tendencia a patologizar respuestas normales a
situaciones anormales.
El Dr. Maté señala que "a pesar de toda su
experiencia y sofisticación tecnológica, la medicina occidental a
menudo no concibe a la persona en su totalidad, e ignora como la
cultura actual estresa el cuerpo, sobrecarga su sistema inmunológico
y socava su equilibrio emocional".
La conexión entre trauma y
adicción
Otra de las grandes contribuciones del Dr. Maté ha
sido su trabajo sobre la relación entre trauma y adicciones. El Dr.
Maté define la adicción como "el uso de cualquier
comportamiento o sustancia para aliviar el dolor en el corto plazo,
que lleva a consecuencias negativas en el largo plazo".
Desde esta perspectiva, sin abordar la causa raíz
del dolor, una persona puede intentar detenerse pero terminará
anhelando más alivio y será propensa a recaer. Esta visión
compasiva nos ayuda a entender las adicciones no como fallas morales,
sino como intentos de automedicación frente al dolor emocional
causado por traumas no resueltos.
Maté argumenta que las adicciones proporcionan
temporalmente lo que el trauma ha negado:
Alivio del dolor emocional:
Las sustancias o comportamientos adictivos ofrecen un escape
temporal del sufrimiento psicológico.
Sensación de control: En
contraste con la impotencia experimentada durante el trauma, la
adicción puede dar una ilusión de control.
Conexión sustituta: Para
personas que han experimentado abandono o negligencia, la adicción
puede funcionar como un "amigo" constante.
Regulación emocional: Las
adicciones pueden servir para modular emociones abrumadoras cuando
faltan mecanismos internos de regulación.
El enfoque del Dr. Maté nos invita a preguntar no
"¿Por qué la adicción?" sino "¿Por qué el
dolor?", redirigiendo nuestra atención de los síntomas a las
causas subyacentes.
La sabiduría del trauma
En el documental "La sabiduría del trauma",
el Dr. Maté propone una visión de una sociedad informada respecto
al trauma, donde padres, maestros, médicos y otros profesionales, en
lugar de dedicarse a arreglar comportamientos, hacer diagnósticos o
suprimir síntomas, busquen entender de dónde provienen los
comportamientos perturbadores y las enfermedades que habitan las
heridas del alma humana.
Esta perspectiva reconoce que los comportamientos
problemáticos, lejos de ser arbitrarios o simplemente "malos",
representan adaptaciones a circunstancias difíciles. Como dice Maté,
"No hay personas anormales, solo respuestas normales a
experiencias anormales".
Para Maté, la "sabiduría del trauma"
reside en comprender que:
Los síntomas tienen sentido:
Los comportamientos y síntomas "problemáticos"
representan intentos de sobrevivir y adaptarse a circunstancias
difíciles.
El cuerpo guarda la memoria:
El trauma se almacena no solo en la mente sino también en el
cuerpo, y la sanación debe abarcar ambas dimensiones.
La conexión es esencial para la
sanación: Así como las heridas relacionales causan
trauma, las relaciones sanadora son fundamentales para la
recuperación.
La autocompasión es transformadora:
Reemplazar la vergüenza y la autocrítica con una actitud de
comprensión y compasión hacia uno mismo.
Este enfoque nos invita a ver el trauma no solo como
una herida, sino también como una oportunidad para el crecimiento y
la transformación personal.
Trauma y crianza consciente
El Dr. Maté dedica especial atención a cómo los
patrones de trauma pueden transmitirse a través de las prácticas de
crianza, y cómo este ciclo puede interrumpirse con una parentalidad
más consciente y conectada.
Destaca varios principios clave para crear un
entorno que promueva la seguridad emocional y el desarrollo
saludable:
Sintonía emocional: Estar
atento y responder a las necesidades emocionales del niño,
validando sus experiencias.
Presencia: Ofrecer atención
plena y no dividida, creando momentos de conexión genuina.
Incondicionalidad: Separar el
amor de las expectativas de comportamiento o rendimiento.
Autenticidad: Ser genuino en
la expresión emocional, modelando una relación saludable con las
emociones.
Autorregulación adulta:
Trabajar en nuestras propias heridas para no transmitirlas
involuntariamente.
Límites saludables:
Establecer límites claros y consistentes desde una postura de
respeto, no de control.
Maté enfatiza que ser un "padre perfecto"
no es el objetivo ni es posible. Lo importante es mantener una
actitud de apertura, aprendizaje y reparación cuando inevitablemente
cometemos errores.
El trauma y el cuerpo: una
perspectiva somática
Las investigaciones modernas sobre el trauma han
descubierto que este no solo afecta nuestra mente y emociones, sino
que se almacena físicamente en nuestro cuerpo. Esta comprensión ha
llevado al desarrollo de enfoques somáticos (centrados en el cuerpo)
para la sanación del trauma.
El trauma almacenado en el cuerpo
Bessel van der Kolk, autor de "El cuerpo lleva
la cuenta", y Peter Levine, creador de la Somatic Experiencing,
han sido pioneros en documentar cómo el trauma queda "atrapado"
en el cuerpo cuando las respuestas naturales de supervivencia (lucha,
huida o congelación) no pueden completarse.
Cuando nos encontramos en una situación abrumadora
y no podemos escapar o defendernos eficazmente, nuestro sistema
nervioso puede entrar en un estado de "congelación" o
inmovilidad tónica. La energía movilizada para responder a la
amenaza queda sin descargar, creando patrones de tensión física
crónica, hipersensibilidad del sistema nervioso y desregulación
fisiológica.
Estos patrones pueden persistir años o décadas
después del evento traumático, manifestándose como:
Tensión muscular
crónica en áreas específicas
Postura protectora
habitual
Restricciones en la
respiración
Dificultad para
sentir ciertas partes del cuerpo
Hipersensibilidad a
estímulos sensoriales
Problemas digestivos
crónicos
Alteraciones en la
función inmune
Fatiga crónica e
inexplicable
Trastornos del sueño persistentes
Ventana de tolerancia
Dan Siegel, psiquiatra y experto en neurobiología
interpersonal, introdujo el concepto de "ventana de tolerancia"
para describir el rango óptimo de activación en el cual podemos
funcionar eficazmente y procesar experiencias.
En personas con trauma, esta ventana suele ser más
estrecha. Pequeños estresores pueden provocar estados de
hiperactivación (ansiedad, pánico, rabia) o hipoactivación
(desconexión, entumecimiento, "apagado"). Ambos estados
dificultan el procesamiento e integración de experiencias.
Las terapias somáticas buscan ampliar esta ventana
de tolerancia, permitiendo que la persona permanezca presente y
conectada incluso cuando enfrenta recuerdos o situaciones difíciles.
Enfoque somático en la sanación
del trauma
Los enfoques somáticos para la sanación del trauma
incluyen:
Somatic Experiencing (SE):
Desarrollada por Peter Levine, esta terapia ayuda a completar
respuestas incompletas de supervivencia, liberando la energía
atrapada en el cuerpo.
Terapia Sensoriomotriz: Creada
por Pat Ogden, integra intervenciones somáticas con procesamiento
cognitivo y emocional.
Trabajos de respiración consciente:
Técnicas que regulan el sistema nervioso a través de patrones
respiratorios específicos.
Yoga sensible al trauma:
Adaptaciones del yoga que promueven la conexión mente-cuerpo en un
entorno seguro.
TRE (Trauma Releasing Exercises):
Ejercicios que inducen temblores neurogénicos para liberar tensión
muscular profunda.
Método Hakomi: Una forma de
psicoterapia asistida por atención plena que trabaja con el cuerpo.
Feldenkrais y otras prácticas de
movimiento consciente: Enfoques que incrementan la
conciencia corporal y promueven patrones de movimiento más
integrados.
Estos enfoques comparten principios comunes:
Fomentan la
conciencia corporal
Trabajan dentro de
la ventana de tolerancia
Facilitan la
descarga gradual y segura de energía atrapada
Restablecen la
sensación de seguridad en el cuerpo
Promueven la
autorregulación del sistema nervioso
Integran experiencias a nivel sensorial,
emocional y cognitivo
La incorporación de la dimensión corporal en el
tratamiento del trauma representa un avance crucial en el campo,
complementando los enfoques centrados en la narrativa y la cognición
con una atención explícita a cómo el trauma vive en nuestros
tejidos, músculos y patrones de movimiento.
Terapias efectivas para el
tratamiento del trauma
Afortunadamente, existen diversas terapias efectivas
para abordar el trauma. Cada una ofrece un enfoque distinto,
permitiendo a las personas encontrar el camino de sanación que mejor
se adapte a sus necesidades.
EMDR (Desensibilización y
Reprocesamiento por Movimientos Oculares)
La terapia EMDR es considerada el tratamiento de
primera elección para el trauma. Desarrollada por la Dra. Francine
Shapiro en los años 80, cuenta con gran evidencia científica y está
avalada por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación
Americana de Psicología.
Fundamentos teóricos y mecanismos
EMDR se basa en la idea de que los recuerdos
traumáticos quedan almacenados de manera disfuncional en el cerebro,
aislados de otras redes de memoria y sin conexión con información
adaptativa. La estimulación bilateral (visual, auditiva o táctil)
parece facilitar el procesamiento de estos recuerdos, permitiendo que
se integren de manera adaptativa.
Aunque el mecanismo exacto no se conoce
completamente, las hipótesis incluyen:
Similitud con los
movimientos oculares durante el sueño REM, fase en la que se
procesa información
Demanda de atención
dual que facilita el acceso a redes neuronales alternativas
Activación alternada de hemisferios cerebrales
que promueve nuevas conexiones neurales
Proceso terapéutico
El tratamiento EMDR sigue un protocolo estructurado
de ocho fases:
Historia y planificación:
Evaluación inicial y establecimiento de objetivos terapéuticos.
Preparación: Desarrollo de
recursos de estabilización y técnicas de autorregulación.
Evaluación: Identificación
de componentes clave del recuerdo traumático: imagen
representativa, cognición negativa, cognición positiva deseada,
emociones y sensaciones físicas asociadas.
Desensibilización: Aplicación
de estimulación bilateral mientras se mantiene atención dual en el
recuerdo traumático.
Instalación: Fortalecimiento
de la cognición positiva asociada al recuerdo.
Escaneo corporal:
Identificación y procesamiento de sensaciones físicas residuales.
Cierre: Estabilización al
final de cada sesión.
Reevaluación: Seguimiento de
los resultados en sesiones posteriores.
Lo que la terapia EMDR hace es tratar los recuerdos
desconcertantes y los desencadenantes actuales, y preparar a la
persona para sobrellevar de manera eficaz situaciones similares en el
futuro. A través de la estimulación bilateral, esta terapia ayuda a
procesar los recuerdos traumáticos e integrarlos de forma saludable.
Durante el tratamiento con EMDR, el paciente logra
acceder a información adaptativa relacionada con el trauma, puede
establecer nuevas conexiones con esos recuerdos angustiantes y
transformarlos, pasando de ser memorias vívidas y perturbadoras a
recuerdos normales sin carga emocional negativa.
Terapia Cognitivo-Conductual
enfocada en el trauma (TCC-T)
La TCC-T es uno de los enfoques con mayor respaldo
empírico para el tratamiento del trauma. Combina elementos de la
terapia cognitiva (trabajo con pensamientos y creencias) y la terapia
conductual (modificación de comportamientos).
Fundamentos y componentes
principales
La terapia cognitivo-conductual para el trauma se
basa en dos técnicas principales:
Exposición: Confrontación
gradual y sistemática con los recuerdos, pensamientos, situaciones
o estímulos relacionados con el trauma. Puede ser:
Exposición
imaginaria: Narración detallada y repetida del evento
traumático.
Exposición
in vivo: Confrontación gradual con situaciones o
estímulos evitados.
Exposición
por escritura: Redacción detallada de la experiencia
traumática.
Reestructuración cognitiva:
Identificación y modificación de pensamientos y creencias
disfuncionales derivadas del trauma, como "el mundo es
completamente peligroso", "es mi culpa", "nunca
volveré a estar bien".
Variantes especializadas
Existen variantes específicas de TCC para el trauma
con evidencia de eficacia:
Terapia de Procesamiento Cognitivo
(TPC): Desarrollada por Patricia Resick, se centra
particularmente en las cogniciones relacionadas con el trauma y cómo
estas afectan las emociones y comportamientos.
Terapia Cognitiva para el TEPT:
Enfoque desarrollado por Anke Ehlers y David Clark que aborda
específicamente las percepciones distorsionadas sobre el peligro y
las estrategias cognitivas y conductuales que mantienen el
trastorno.
Terapia de Exposición Narrativa:
Particularmente útil para traumas múltiples o prolongados, combina
la exposición con la creación de una narrativa coherente de vida.
Terapia Sensoriomotriz
La Terapia Sensoriomotriz, desarrollada por Pat
Ogden, representa un enfoque innovador que integra la neurociencia,
la teoría del apego y técnicas somáticas para abordar cómo el
trauma afecta tanto al cuerpo como a la mente.
Principios fundamentales
Esta terapia se basa en la conexión entre el cuerpo
y la mente, reconociendo que el trauma se almacena no solo en los
recuerdos, sino también en el cuerpo:
Procesamiento ascendente: A
diferencia de las terapias tradicionales que comienzan con la
cognición (procesamiento descendente), la Terapia Sensoriomotriz
comienza con sensaciones corporales y movimientos (procesamiento
ascendente).
Ventana de tolerancia: Trabaja
dentro del rango de activación en el que el cliente puede procesar
experiencias sin verse abrumado o desconectado.
Mindfulness somático: Utiliza
la atención plena dirigida a sensaciones corporales para
desacelerar reacciones automáticas y crear espacio para nuevas
respuestas.
Proceso terapéutico
Las intervenciones somáticas incluyen:
Trabajo con postura
y movimiento para desbloquear patrones defensivos congelados
Rastreo de
sensaciones corporales para aumentar la conciencia interoceptiva
Experimentación con
recursos somáticos (gestos de establecimiento de límites,
posiciones de dignidad, etc.)
Completar acciones
defensivas que quedaron incompletas durante el trauma
Restauración de la secuencia de movimientos
interrumpida por la respuesta de congelación
Esta terapia es particularmente útil para tratar la
disociación, un síntoma común en el trauma complejo, ya que
trabaja directamente con la reconexión con el cuerpo.
Terapia Dialéctica Conductual
(TDC)
Desarrollada originalmente por Marsha Linehan para
el trastorno límite de la personalidad, la TDC ha demostrado ser
eficaz para personas con traumas complejos, especialmente aquellos
con dificultades significativas en la regulación emocional y
comportamientos autodestructivos.
Componentes principales
La TDC incluye cuatro módulos de habilidades:
Mindfulness: Aprender a
observar y describir experiencias sin juzgarlas, cultivando una
conciencia del momento presente.
Tolerancia al malestar:
Desarrollar la capacidad de soportar estados emocionales difíciles
sin recurrir a comportamientos destructivos.
Regulación emocional:
Identificar, nombrar y modular emociones intensas, reduciendo la
vulnerabilidad emocional.
Efectividad interpersonal:
Mejorar las habilidades de comunicación, establecimiento de límites
y mantenimiento de relaciones saludables.
La TDC también incorpora la aceptación radical y
la validación como herramientas cruciales, ayudando a los pacientes
a reconciliarse con experiencias dolorosas mientras trabajan hacia el
cambio.
Terapia basada en el Apego
La Terapia Basada en el Apego es crucial en el
tratamiento del trauma complejo, ya que muchas heridas traumáticas
están relacionadas con relaciones tempranas:
Fundamentos teóricos
Basada en la teoría del apego de John Bowlby y las
investigaciones de Mary Ainsworth, esta terapia reconoce que nuestras
primeras relaciones de apego crean modelos operativos internos que
influyen en todas nuestras relaciones posteriores.
El trauma, especialmente el que ocurre en relaciones
tempranas, puede distorsionar estos modelos, llevando a patrones de
apego inseguro:
Apego
ansioso: Preocupación excesiva por el abandono y la
disponibilidad de los demás
Apego
evitativo: Dificultad para confiar y depender de otros,
preferencia por la autosuficiencia
Apego desorganizado:
Comportamientos contradictorios de aproximación y evitación, común
en casos de trauma severo
Proceso terapéutico
La terapia basada en el apego incluye:
Exploración de patrones de apego:
Esta terapia ayuda a los pacientes a entender y reestructurar los
patrones de apego que se formaron a partir de experiencias
traumáticas.
Reparación de relaciones:
Trabajamos para promover relaciones más saludables y seguras,
integrando una perspectiva de trauma y apego.
Desarrollo de la seguridad interna:
Cultivo de un sentido interno de seguridad y valía.
Re-elaboración narrativa:
Reconstrucción de narrativas personales para incluir tanto
experiencias difíciles como recursos y resiliencia.
Esta terapia es especialmente valiosa para personas
cuyo trauma ocurrió en el contexto de relaciones cercanas,
permitiéndoles reparar la capacidad de formar vínculos seguros.
Terapia Centrada en la Compasión
(CFT)
Desarrollada por Paul Gilbert, la CFT fue diseñada
específicamente para personas con altos niveles de vergüenza y
autocrítica, elementos comunes en sobrevivientes de trauma:
Principios fundamentales
La CFT se basa en la neurociencia de tres sistemas
emocionales principales:
Sistema de
amenaza: Detección de peligro y activación de respuestas
defensivas (lucha/huida/congelación)
Sistema de
búsqueda: Motivación, entusiasmo y búsqueda de recursos
Sistema de calma y conexión:
Seguridad, contentamiento y vinculación social
El trauma puede sobreactivar el sistema de amenaza y
subdesarrollar el sistema de calma. La CFT busca equilibrar estos
sistemas, fortaleciendo particularmente la capacidad de
autocompasión.
Proceso terapéutico
Las intervenciones incluyen:
Reducción de la autocrítica:
La CFT ayuda a reducir la autocrítica y los sentimientos de
vergüenza que son comunes en personas con trauma complejo.
Desarrollo de la compasión:
Enseña a los pacientes a desarrollar una actitud más compasiva
hacia sí mismos a través de prácticas específicas como
imaginería compasiva, respiración reconfortante y diálogo interno
amable.
Mejora del bienestar emocional:
A través de ejercicios prácticos, los pacientes mejoran su
capacidad para manejar el estrés y sus emociones.
La CFT es particularmente valiosa para personas que
han internalizado mensajes de vergüenza o falta de valía como
resultado del trauma.
Terapia de Aceptación y Compromiso
(ACT)
La ACT, desarrollada por Steven Hayes, se centra en
la aceptación de pensamientos y sentimientos difíciles mientras se
avanza hacia una vida alineada con los valores personales:
Fundamentos teóricos
ACT se basa en la Teoría de los Marcos
Relacionales, que explora cómo el lenguaje y la cognición pueden
contribuir al sufrimiento humano. En lugar de intentar eliminar
pensamientos o emociones difíciles (lo que puede reforzar la
evitación experiencial), ACT promueve una relación diferente con
estas experiencias.
Componentes principales
ACT trabaja con seis procesos centrales:
Aceptación: Desarrollar la
capacidad de experimentar el pensamiento y la sensación asociados
al trauma sin evitarlos, para avanzar hacia nuestros valores.
Defusión cognitiva (Defusion):
Desarrollar la capacidad de observar el pensamiento y el sentimiento
creando una distancia de ellos, reconociéndolos como procesos
mentales, no como verdades absolutas.
Contacto con el momento presente:
Atención plena a la experiencia inmediata.
El yo como contexto:
Desarrollar la capacidad de toma consciencia de ser algo más que
los pensamientos y experiencias emocionales que se están sintiendo,
cultivando un sentido de identidad más amplio que trasciende el
trauma.
Valores: Identificar lo que es
verdaderamente importante para la persona, más allá de evitar el
malestar.
Acción comprometida:
Desarrollar una competencia en la actuación guiada por los valores
del paciente, incluso en presencia de dificultades.
Este enfoque reconoce que "el núcleo del
tratamiento del trauma desde esta terapia es una exposición flexible
y autocompasiva guiada por los valores del paciente."
Integración de enfoques
terapéuticos
En la práctica clínica contemporánea, muchos
terapeutas adoptan enfoques integrativos, combinando elementos de
diversas modalidades según las necesidades específicas del cliente.
Esta flexibilidad es especialmente importante en el tratamiento del
trauma, donde diferentes aspectos de la experiencia (cognitivos,
emocionales, somáticos, relacionales) pueden requerir diferentes
estrategias.
Un tratamiento integral del trauma generalmente
incluye tres fases:
Estabilización: Desarrollar
recursos de afrontamiento, regulación emocional y seguridad antes
de abordar directamente el material traumático.
Procesamiento del trauma:
Trabajar con los recuerdos traumáticos utilizando métodos
apropiados (EMDR, exposición, procesamiento somático, etc.).
Integración: Consolidar los
avances, reconectar con aspectos de la vida previamente evitados, y
construir una narrativa coherente que integre la experiencia
traumática en una historia de vida más amplia.
Lo más importante es que la aproximación
terapéutica se adapte al individuo, respetando su ritmo,
preferencias y necesidades únicas.
Hacia una sociedad informada sobre
el trauma
El trabajo del Dr. Gabor Maté y otros especialistas
nos invita a crear una sociedad más consciente del impacto del
trauma. El movimiento hacia una "atención informada por el
trauma" ha ganado impulso en los últimos años, reconociendo
que comprender el trauma es fundamental no solo para el tratamiento
individual, sino también para transformar nuestras instituciones y
sistemas sociales.
Principios de una sociedad
informada sobre el trauma
Algunas de las características de una sociedad
informada sobre el trauma incluyen:
Reconocimiento generalizado:
Reconocer la prevalencia del trauma entre todos nosotros y su
impacto en la salud, el comportamiento y las relaciones.
Autoconciencia: Aprender a
notar y sentir los síntomas del trauma en nosotros mismos,
reconociendo que cuando tenemos una reacción emocional
desproporcionada, se está posiblemente activando una herida vieja.
Conciencia relacional:
Entender las huellas del trauma en la manera como nos comportamos y
sus repercusiones en las relaciones que establecemos.
Compasión activa: Reconocer
el dolor en los demás y entender cómo ese dolor pudiera estar
controlando su comportamiento, viendo a la persona verdadera que
habita debajo del comportamiento y el trauma.
Priorización de la seguridad:
Sostener que la conexión y la compasión son los cimientos de la
seguridad, y que la experiencia de seguridad es el comienzo de la
sanación.
Transformación de sistemas e
instituciones
Para crear una sociedad verdaderamente informada
sobre el trauma, necesitamos transformar nuestros sistemas e
instituciones:
Sistema educativo
Las escuelas informadas sobre el trauma implementan:
Prácticas
disciplinarias restaurativas en lugar de punitivas
Capacitación para
educadores sobre reconocimiento y respuesta al trauma
Incorporación de
habilidades socioemocionales en el currículo
Creación de
ambientes seguros y predecibles
Colaboración con familias y servicios
comunitarios
Sistema de salud
Un sistema de salud informado sobre el trauma:
Reconoce la conexión
entre trauma y enfermedad física
Incorpora
evaluaciones de experiencias adversas en la infancia
Forma a
profesionales de la salud en enfoques centrados en la persona
Evita la
retraumatización en procedimientos médicos
Integra salud mental y física en un enfoque
holístico
Sistema de justicia
La justicia informada sobre el trauma:
Reconoce que muchos
comportamientos delictivos tienen raíces traumáticas
Implementa prácticas
restaurativas cuando es apropiado
Proporciona
intervenciones terapéuticas en lugar de exclusivamente punitivas
Evita prácticas que
pueden retraumatizar (como el aislamiento)
Ofrece programas de rehabilitación que abordan
el trauma subyacente
Servicios sociales
Los servicios sociales informados sobre el trauma:
Capacitan al
personal para reconocer y responder al trauma
Diseñan servicios
que minimicen retraumatización
Brindan apoyo
holístico a familias
Reconocen la
interseccionalidad del trauma con otros factores sociales
Implementan evaluaciones y planes centrados en
fortalezas
Políticas públicas
Las políticas informadas sobre el trauma incluyen:
Programas de apoyo
para padres y familias
Acceso universal a
atención en salud mental
Inversión en
prevención temprana
Abordar
determinantes sociales de la salud
Reducción de violencia comunitaria e
interpersonal
Este cambio de perspectiva nos permite abordar los
problemas sociales desde un lugar de mayor comprensión y compasión,
reconociendo que detrás de muchos comportamientos problemáticos hay
heridas emocionales que necesitan ser atendidas.
Resiliencia y crecimiento
postraumático
Si bien el trauma puede tener efectos devastadores,
la investigación también muestra que los seres humanos tenemos una
notable capacidad para la resiliencia y, en algunos casos, para
experimentar lo que se conoce como "crecimiento postraumático"
– cambios positivos que ocurren como resultado de la lucha con
circunstancias altamente desafiantes.
Factores que promueven la
resiliencia
La resiliencia no es simplemente una característica
innata, sino una capacidad que puede desarrollarse. Los factores que
contribuyen a la resiliencia incluyen:
Conexiones sociales sólidas:
Relaciones de apoyo dentro y fuera de la familia.
Capacidad para manejar emociones
intensas: Habilidades de regulación emocional y tolerancia
al malestar.
Capacidad para hacer sentido de la
experiencia: Encontrar significado o propósito, incluso en
situaciones difíciles.
Autoeficacia: Confianza en la
propia capacidad para resolver problemas.
Sistemas de creencias adaptativos:
Perspectivas que promueven la esperanza y el optimismo realista.
Flexibilidad cognitiva y conductual:
Capacidad para adaptarse a circunstancias cambiantes.
Autocuidado activo: Atención
a necesidades físicas, emocionales y espirituales.
Crecimiento postraumático
El crecimiento postraumático va más allá de la
recuperación, representando transformaciones positivas que surgen de
la lucha con la adversidad. Las áreas comunes de crecimiento
incluyen:
Mayor apreciación de la vida:
Valoración más profunda de aspectos simples de la vida y
prioridades más claras.
Relaciones más significativas:
Mayor conexión, intimidad y compasión en las relaciones
interpersonales.
Descubrimiento de nuevas posibilidades:
Nuevos intereses, actividades o trayectorias vitales.
Desarrollo de fortaleza personal:
Mayor sentido de capacidad para afrontar dificultades.
Crecimiento espiritual o existencial:
Profundización de la comprensión del sentido y propósito de la
vida.
El crecimiento postraumático no niega el
sufrimiento; de hecho, a menudo coexiste con él. Representa la
capacidad humana para transformar experiencias dolorosas en fuentes
de sabiduría y compasión.
Conclusión
El trauma, como hemos visto, no es simplemente un
evento aislado, sino una herida emocional que puede afectar
profundamente nuestra salud física y mental. Sin embargo, con el
enfoque adecuado y el apoyo necesario, es posible sanar estas heridas
y transformar el sufrimiento en fortaleza y resiliencia.
Las perspectivas del Dr. Gabor Maté nos ofrecen una
visión integral del trauma que reconoce la interconexión entre
nuestra salud emocional, nuestras relaciones y nuestro bienestar
físico. Su definición del trauma como "lo que ocurre dentro de
ti como resultado de lo que te ha ocurrido" nos invita a mirar
más allá de los eventos externos y atender las heridas internas que
necesitan sanación.
Comprender el trauma desde una perspectiva
biopsicosocial nos permite apreciar cómo las experiencias difíciles
afectan a la persona en su totalidad: su cuerpo, su mente, sus
relaciones y su sentido de identidad y propósito. Los avances en
neurociencia, psicología del trauma y medicina psicosomática han
confirmado lo que muchas tradiciones de sabiduría han sostenido
durante siglos: que mente y cuerpo son aspectos inseparables de
nuestra experiencia, y que la sanación verdadera debe abordar ambas
dimensiones.
Afortunadamente, contamos con un creciente arsenal
de enfoques terapéuticos efectivos, desde EMDR hasta terapias
somáticas, que pueden ayudar a procesar e integrar experiencias
traumáticas. No existe un enfoque único que funcione para todos,
pero la diversidad de opciones disponibles significa que cada persona
puede encontrar el camino que mejor se adapte a sus necesidades y
circunstancias particulares.
A nivel colectivo, avanzar hacia una sociedad
informada sobre el trauma representa una oportunidad para transformar
no solo la atención individual, sino también nuestras instituciones
y sistemas sociales. Al reconocer cómo el trauma moldea el
comportamiento y las experiencias humanas, podemos responder con
mayor compasión y eficacia a problemas sociales que, en su raíz, a
menudo reflejan adaptaciones a experiencias traumáticas.
Como sociedad, tenemos la oportunidad de evolucionar
hacia un mayor entendimiento del trauma y sus efectos, creando
espacios más seguros y compasivos donde todos podamos sanar y
florecer. Esta evolución no requiere recursos extraordinarios, sino
principalmente un cambio de perspectiva: de preguntar "¿Qué
está mal contigo?" a preguntar "¿Qué te ha pasado?",
y de la patologización a la comprensión contextual del sufrimiento
humano.
En última instancia, el trabajo con el trauma nos
invita a reconocer nuestra humanidad compartida, nuestra
vulnerabilidad común y nuestra capacidad colectiva para la sanación
y el crecimiento. Como sugiere el título del documental sobre el
trabajo del Dr. Maté, hay una profunda "sabiduría del trauma"
– no en el sufrimiento mismo, sino en lo que podemos aprender y
cómo podemos transformarnos al enfrentarlo con conciencia, compasión
y comunidad.
Referencias
Maté, G., & Maté, D. (2022). El mito de
la normalidad: Trauma, enfermedad y curación en una cultura tóxica.
Knopf Canada. Link del libro: https://amzn.to/3RLuFkT
Maté, G. (2019). En el reino de los fantasmas
hambrientos: Encuentros cercanos con la adicción.Link del libro: https://amzn.to/4jtNZiv
Maté, G. (2011). Cuando el cuerpo dice no: La
conexión mente-cuerpo en la enfermedad y la salud. Link del Libro: https://amzn.to/42mbAfv
Benazzo, Z., & Benazzo, M. (Directores).
(2021). La sabiduría del trauma [Documental]. Science and
Nonduality.
Van der Kolk, B. (2015). El cuerpo lleva la
cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma.
Levine, P. (2016). Trauma y memoria: Cerebro y
cuerpo en busca del pasado vivo.
Ogden, P., Minton, K., & Pain, C. (2009).
El trauma y el cuerpo: Un modelo sensoriomotriz de psicoterapia.
Porges, S. W. (2017). La teoría polivagal:
Fundamentos neurofisiológicos de las emociones, el apego, la
comunicación y la autorregulación.
Siegel, D. J. (2012). El cerebro del trauma: Un
enfoque interpersonal a la curación.
Felitti, V. J., et al. (1998). Relationship of
childhood abuse and household dysfunction to many of the leading
causes of death in adults: The Adverse Childhood Experiences (ACE)
Study.
Shapiro, F. (2017). Eye Movement
Desensitization and Reprocessing: Basic Principles, Protocols, and
Procedures (3rd ed.).
Hayes, S. C., Strosahl, K. D., & Wilson, K.
G. (2011). Acceptance and commitment therapy: The process and
practice of mindful change.
Organización Mundial de la Salud. (2013).
Guidelines for the management of conditions specifically related to
stress.
Gilbert, P. (2010). Compassion focused therapy:
Distinctive features.
Tedeschi, R. G., & Calhoun, L. G. (2004).
Posttraumatic growth: Conceptual foundations and empirical evidence.