Las creencias que sostenemos sobre nosotros mismos, los demás y el mundo que nos rodea constituyen el núcleo de nuestra experiencia humana. Estas estructuras mentales, a menudo invisibles para nuestra conciencia cotidiana, actúan como poderosos filtros que determinan no solo cómo interpretamos la realidad, sino también cómo nos sentimos respecto a ella y, consecuentemente, cómo actuamos en respuesta. Este artículo explora la fascinante interacción entre nuestras creencias, nuestra vida emocional y nuestros procesos de toma de decisiones.
El origen de nuestras creencias
Nuestras creencias no surgen en el vacío. Desde la infancia temprana comenzamos a formar modelos mentales sobre cómo funciona el mundo a partir de nuestras experiencias, las enseñanzas de nuestros cuidadores, la cultura en la que crecemos y nuestras interacciones sociales. Estos modelos se consolidan con el tiempo hasta convertirse en creencias profundamente arraigadas que operan de manera automática, generalmente fuera de nuestra consciencia inmediata.
Las creencias pueden clasificarse en diferentes categorías:
Creencias sobre uno mismo: "Soy competente", "No merezco amor", "Soy responsable de la felicidad de los demás"
Creencias sobre los demás: "Las personas son fundamentalmente buenas", "No se puede confiar en nadie", "Los demás siempre esperan demasiado de mí"
Creencias sobre el mundo: "La vida es una lucha constante", "El mundo es un lugar justo", "Todo sucede por una razón"
Creencias sobre el futuro: "Todo saldrá bien al final", "El fracaso es inevitable", "Siempre hay esperanza"
Es importante señalar que el que una creencia sea limitante o potenciadora no depende de su veracidad objetiva, sino de cómo nos afecta emocionalmente y de las decisiones que nos impulsa a tomar.
El puente entre creencias y emociones: La teoría cognitiva
La teoría cognitiva, desarrollada por psicólogos como Aaron Beck y Albert Ellis, sostiene que no son los eventos externos en sí mismos los que generan nuestras emociones, sino las interpretaciones que hacemos de esos eventos. Y estas interpretaciones están profundamente influidas por nuestras creencias fundamentales.
Por ejemplo, ante un mismo evento como no recibir una invitación a una reunión de trabajo:
Una persona con la creencia "Soy valorado por mis colegas" podría pensar: "Probablemente fue un descuido o quizás la reunión no es relevante para mi área", experimentando quizás curiosidad o indiferencia.
Una persona con la creencia "No encajo en este equipo" podría pensar: "Me están excluyendo deliberadamente porque no me consideran parte del grupo", experimentando tristeza, ansiedad o resentimiento.
Este proceso puede representarse mediante el modelo ABC:
A: Acontecimiento activador (el evento externo)
B: Beliefs (creencias e interpretaciones sobre el evento)
C: Consecuencias emocionales y conductuales
Nuestras creencias actúan como filtros que determinan qué aspectos de la realidad notamos y cómo los interpretamos, lo que a su vez genera respuestas emocionales específicas.
La anatomía de nuestras emociones
Las emociones son respuestas psicobiológicas complejas que involucran:
Componentes fisiológicos: Cambios en el ritmo cardíaco, respiración, tensión muscular, etc.
Componentes cognitivos: Pensamientos, interpretaciones y evaluaciones asociadas
Componentes conductuales: Impulsos a actuar de determinadas maneras
Nuestras creencias influyen principalmente en el componente cognitivo, pero esto repercute en toda la experiencia emocional. Por ejemplo, la creencia "El mundo es peligroso" generará interpretaciones amenazantes de situaciones ambiguas, lo que desencadenará respuestas de miedo o ansiedad con sus correspondientes manifestaciones fisiológicas y tendencias a la acción (como evitación o hipervigilancia).
Las emociones no son simplemente "positivas" o "negativas"; cada una cumple funciones adaptativas importantes:
El miedo nos ayuda a detectar y responder ante amenazas
La tristeza nos permite procesar pérdidas y buscar consuelo
La ira nos impulsa a defender nuestros límites y valores
La alegría nos motiva a buscar experiencias gratificantes
La culpa regula nuestro comportamiento social y moral
El problema surge cuando nuestras creencias desadaptativas generan respuestas emocionales desproporcionadas o inapropiadas para el contexto, como experimentar terror ante situaciones objetivamente seguras o sentir culpa constante por eventos fuera de nuestro control.
De las emociones a las decisiones
Contrario a lo que la tradición racionalista occidental ha sostenido durante siglos, las investigaciones contemporáneas en neurociencia y psicología, como las del neurocientífico Antonio Damasio, han demostrado que las emociones son fundamentales para la toma de decisiones efectiva.
Las emociones funcionan como brújulas internas que:
Señalan lo que es importante: Dirigiendo nuestra atención hacia aspectos relevantes para nuestros valores y necesidades
Proporcionan información rápida: Ofreciendo evaluaciones instantáneas basadas en experiencias pasadas
Motivan la acción: Generando la energía necesaria para iniciar y mantener comportamientos
Facilitan la priorización: Ayudándonos a sopesar opciones según su valor subjetivo
A través de la "hipótesis del marcador somático", Damasio propone que las experiencias emocionales asociadas a decisiones pasadas quedan registradas como señales corporales que nos guían en decisiones futuras similares. Estas señales operan a menudo fuera de nuestra consciencia, creando lo que denominamos "intuición".
Sin embargo, cuando nuestras creencias distorsionan nuestra vida emocional, también distorsionan nuestros procesos decisionales. Por ejemplo:
La creencia "Debo evitar todo riesgo de fracaso" puede generar ansiedad excesiva ante oportunidades inciertas, llevando a decisiones excesivamente conservadoras que limitan nuestro crecimiento.
La creencia "Mi valor depende de la aprobación de los demás" puede intensificar el miedo al rechazo, conduciéndonos a decisiones orientadas a complacer a otros a expensas de nuestras propias necesidades.
El ciclo de retroalimentación
Un aspecto fascinante de esta interacción es que funciona como un ciclo de retroalimentación continuo:
Nuestras creencias configuran nuestras interpretaciones
Estas interpretaciones generan respuestas emocionales
Las emociones influyen en nuestras decisiones
Las consecuencias de estas decisiones refuerzan o cuestionan nuestras creencias iniciales
Por ejemplo, alguien con la creencia "No soy lo suficientemente bueno" puede interpretar un comentario constructivo como una crítica devastadora, sentir vergüenza y ansiedad, decidir evitar situaciones similares en el futuro, y así reforzar su creencia inicial de inadecuación al privarse de oportunidades para desarrollar competencia.
Esta naturaleza cíclica explica por qué las creencias limitantes pueden ser tan persistentes: crean las condiciones para su propia confirmación.
Transformando nuestras creencias
Comprender la íntima conexión entre creencias, emociones y decisiones nos ofrece un poderoso punto de intervención para el cambio personal. Algunas estrategias efectivas incluyen:
1. Desarrollar consciencia metacognitiva
La metacognición (pensar sobre nuestro propio pensamiento) es fundamental para identificar creencias implícitas. Preguntas como "¿Qué estoy dando por sentado en esta situación?" o "¿Qué tendría que ser verdad para que me sienta así?" pueden ayudar a descubrir creencias subyacentes.
2. Cuestionar evidencias
Una vez identificada una creencia limitante, podemos examinar crítica pero compasivamente las evidencias a favor y en contra, preguntándonos:
"¿Qué evidencia tengo de que esta creencia es absolutamente cierta?"
"¿Existen contraejemplos o excepciones?"
"Si un ser querido pensara así, ¿qué le diría?"
3. Cultivar flexibilidad cognitiva
La flexibilidad cognitiva implica desarrollar la capacidad de considerar múltiples perspectivas e interpretaciones alternativas. Practicar deliberadamente la generación de interpretaciones diferentes ante una misma situación expande nuestro repertorio cognitivo y disminuye la rigidez de nuestras creencias.
4. Desarrollar inteligencia emocional
La inteligencia emocional incluye la capacidad de:
Identificar y nombrar emociones con precisión
Comprender sus causas y funciones
Regular su intensidad y expresión
Utilizarlas como información valiosa para la toma de decisiones
Desarrollar estas habilidades nos permite una relación más consciente con nuestras respuestas emocionales y decisiones subsecuentes.
5. Experimentación conductual
Poner a prueba nuestras creencias a través de experimentos conductuales cuidadosamente diseñados puede proporcionar evidencia directa que las confirme o las cuestione. Por ejemplo, alguien con la creencia "Si expreso desacuerdo, perderé relaciones importantes" podría experimentar expresando respetuosamente una opinión diferente en un contexto seguro y observar las consecuencias reales.
Hacia un círculo virtuoso
El trabajo consciente con nuestras creencias puede transformar el ciclo de retroalimentación negativo en uno positivo:
Identificamos y cuestionamos creencias limitantes
Desarrollamos interpretaciones más equilibradas y adaptativas
Experimentamos respuestas emocionales más proporcionadas
Tomamos decisiones más alineadas con nuestros valores y bienestar
Las consecuencias positivas de estas decisiones refuerzan creencias más saludables
Este proceso no es lineal ni rápido, requiere práctica constante y autocompasión ante las inevitables recaídas. No obstante, cada paso en esta dirección amplía nuestra libertad interior y capacidad de elección consciente.
Implicaciones sociales y colectivas
Es importante reconocer que nuestras creencias no existen en aislamiento; están profundamente moldeadas por contextos culturales, históricos y sociales. Las creencias colectivas compartidas por una sociedad (como las relacionadas con género, mérito, justicia, etc.) influyen en nuestras creencias personales y, consecuentemente, en nuestras emociones y decisiones.
Del mismo modo, la transformación de creencias a nivel individual puede contribuir gradualmente a cambios sociales más amplios cuando un número crítico de personas comienza a cuestionar narrativas dominantes limitantes y a actuar desde paradigmas alternativos.
Conclusión
La compleja interacción entre nuestras creencias, emociones y decisiones constituye un núcleo fundamental de nuestra experiencia como seres humanos. Comprender este entramado nos permite pasar de ser receptores pasivos de patrones heredados o inconscientes a arquitectos más conscientes de nuestra vida interior y, por extensión, de nuestras acciones en el mundo.
Al cultivar la capacidad de identificar, cuestionar y transformar nuestras creencias limitantes, abrimos la posibilidad de una vida emocional más rica y matizada, y de decisiones más alineadas con quienes verdaderamente somos y aspiramos a ser. Este trabajo interior, aunque desafiante, constituye quizás uno de los caminos más directos hacia una mayor libertad personal y colectiva.
La travesía hacia creencias más conscientes y liberadoras no es un destino final sino un proceso continuo de exploración, cuestionamiento y crecimiento. Cada paso en este camino nos acerca no solo a una mayor comprensión de nosotros mismos, sino también a una mayor capacidad para crear una vida más auténtica y significativa.
Obras de referencia fundamentales
Para profundizar en esta fascinante interacción entre creencias, emociones y decisiones, existen varias obras fundamentales que han sentado las bases de nuestra comprensión actual:
"Terapia Cognitiva de la Depresión" (1979) de Aaron T. Beck, A. John Rush, Brian F. Shaw y Gary Emery. Esta obra pionera explica cómo nuestros pensamientos automáticos y creencias nucleares influyen en nuestros estados emocionales, estableciendo las bases de la terapia cognitiva moderna. Link del Libro:https://amzn.to/4htqgh2
"El Error de Descartes: La Emoción, la Razón y el Cerebro Humano" (1994) de Antonio Damasio. En este influyente trabajo, Damasio presenta evidencia neurológica de cómo las emociones son esenciales para la toma de decisiones racionales, desafiando la tradicional separación cartesiana entre razón y emoción. Link del Libro: https://amzn.to/4kLHJUL
"La Terapia Racional Emotiva Conductual" (1962, con múltiples ediciones actualizadas) de Albert Ellis. Ellis desarrolla su modelo ABC y explica cómo nuestras creencias irracionales generan malestar emocional innecesario. Link del Libro: https://amzn.to/4kS3dQ2
"Pensar Rápido, Pensar Despacio" (2011) de Daniel Kahneman. Este ganador del Premio Nobel analiza los dos sistemas de pensamiento que gobiernan nuestras decisiones, explicando cómo nuestros sesgos cognitivos y heurísticas influyen en nuestras percepciones y elecciones. Link del Libro: https://amzn.to/4bUB0E6
"Inteligencia Emocional" (1995) de Daniel Goleman. Este bestseller popularizó la importancia de comprender y gestionar nuestras emociones, incluyendo cómo estas interactúan con nuestros pensamientos y comportamientos. Link del Libro: https://amzn.to/4bTUDfy
"La Mente Emocionada" (2015) de Richard J. Davidson y Sharon Begley. Davidson, pionero en neurociencia afectiva, explica cómo nuestro cerebro procesa las emociones y cómo podemos entrenar nuestra mente para mejorar nuestro bienestar emocional. Link del Libro: https://amzn.to/41Jds06
"La Vida Secreta del Cerebro: Cómo se Construyen las Emociones" (2017) de Lisa Feldman Barrett. Barrett presenta su teoría construccionista de las emociones, explicando cómo estas son creadas por nuestro cerebro basándose en experiencias pasadas y contexto actual. Link del Libro: https://amzn.to/4isU7Yh
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